Qué bien se entiende tu hablar
cuando le dices al pleno
las verdades, nada más.
Si le dices al gran jefe,
¿tantos trabajos hiciste,
para tampoco cobrar
que no puedes explicarlo
a este tu pueblo natal?
Aunque existe una denuncia,
de un medio que comunica
que muchos miles de euros
cobraste en tu nominica.
Malaya sea ese medio
que con tanta fe predica,
cobranza de tal tamaño
por trabajo incomprensible
en aquellos pródigos años,
cuando todos apurados
iban buscando y buscando.
Más mirarlo por lo sano
que en la sanidad estamos,
y todo era explicado
con recursos tan opacos,
que hasta el vulgo
ha preguntado:
¿Pero de qué pueblo
hablamos?
Hablamos de Orihuelica,
De Orihuela del Señor,
Donde llenos han los juzgados
de inocentes del Cordón,
que lo aportan en su vuelo,
de los cubiertos de honor,
o solamente de extraños
alcaldes y concejales,
presidentes y autoridades,
venidos todos a menos
pendientes de sus condenas
pillados por sus desmanes
cuyos nombres aun se reflejan
en nuestras plazas y calles
y hasta en centros y en hogares.
La oda principal dice:
El doctor, cesa el sufrir
por mucho
que me pregunten,
nunca podrán descubrir
el misterio de mis cobros,
pues siquiera yo lo sé,
solo sé que me pagaban
y nunca supe porqué,
y pensé, pues si me pagan
¿será porque trabajé?
Por eso pido al gobierno
que me aclare mi nivel,
pues lo de la Metadona, tiene un cuento que pa qué.
Mis informes, invisibles,
nadie los sabe ni los ve.
Y la pobre Carolina
perdiéndose en su papel
le acusa de ser cobarde,
por no saber ya de qué.
Por eso dicen los buenos:
Dejarle cobrar en paz.
El resto dicen cachondos:
No nos vamos a extrañar.
Es de la misma camada.
Uno más, qué importa ya.