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Puertas al campo

Religiones europeas

Se esgrimieron razones de peso para introducir alguna referencia al cristianismo en el proyecto de Constitución que se cocinaba para la Unión Europea. Civilización cristiana, al fin y al cabo. Sin embargo, sigue habiendo algunos peros que vienen no de la historia o de la buena voluntad, sino de los hechos, que son tozudos. Los proporciona una reciente encuesta del Pew Research Center sobre 25 países europeos, aunque ni son todos los que están (está Suiza y Noruega) ni están todos los que son (los de la antigua Europa del Este). Pero son suficientes.

De entrada, sí es cierto que el 91 por ciento de los encuestados el año pasado se declaraban bautizados, aunque la cosa descendía hasta el 71 por ciento que, entre ellos, se declaraban cristianos y ya al 21 por ciento los bautizados que «santificaban las fiestas» atendiendo los respectivos oficios religiosos por lo menos una vez al mes (la encuesta no distinguía entre las distintas variedades de cristianos que pueblan la zona). Claro que había notables diferencias de país a país: los practicantes visitando sus respectivas iglesias o parroquias eran superiores a la media «europea» en Italia, Irlanda, Portugal, Austria y Suiza. Pero en ninguno de los países estudiados alcanzaba el 50 por ciento. Por su parte, el grupo mayoritario entre los «cristianos sociológicos» (bautizados que no practican) aparecía en Finlandia, Reino Unido, Dinamarca y, sí, también Austria que aparecía en la lista de los que daban mayores porcentajes de los que declaraban no seguir ninguna religión y que incluían Holanda, Noruega, Suecia, Bélgica y Dinamarca.

Por otro estudio, publicado por las mismas fechas, sabemos que los musulmanes pueden suponer el 5 por ciento de la población europea (esta vez añadiendo a la Europa «del Este») con Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Holanda y España (por ese orden) como los países con mayor número de habitantes de religión musulmana.

Y aquí comienza el problema. En la primera encuesta citada, se preguntó si el entrevistado creía que «el Islam era fundamentalmente incompatible con la cultura y valores nacionales» del entrevistado. 42 por ciento de los entrevistados contestó que sí, porcentaje que subía al 49 por ciento entre los practicantes del cristianismo y caía al 32 por ciento entre los no afiliados a una religión. Lógico: los entrevistados, en un 45 por ciento, estaban de acuerdo en que «no somos perfectos, pero nuestra cultura es superior a la de otros» (¡sic!) (etnocentrismo se llama eso), cosa que subía al 54 por ciento entre los que iban regularmente a la iglesia y caía al 25 por ciento en el caso de los no afiliados a una religión.

No tengo buenos datos sobre la población judía en Europa que puede que ronde el millón y medio de personas (al parecer, y a diferencia de los musulmanes, con tendencia a decrecer) con lo que difícilmente llegarían al 1 por ciento de la población (ni al 0,5 por ciento). Y ahí nuestros europeos más o menos cristianos, también tienen sus opiniones.

Solo hay una pregunta sobre los judíos en la primera encuesta: se trataba de saber si aceptarían a un judío como parte de su familia. Pues bien, no lo aceptaría un 17 por ciento del total y un 14 por ciento de los practicantes. Solo un 7 por ciento de los no afiliados rechazaría a un judío en su familia. ¿Y a un musulmán? Pues, respectivamente, un 24 por ciento entre la población general, un 29 por ciento entre los practicantes y un 11 por ciento entre los no-afiliados no aceptaría a un musulmán como parte de su familia. Pero con una salvedad: el grupo que más rechazaría tanto a un judío como a un musulmán en su familia sería el de los cristianos no-practicantes. Interesante la diferencia entre practicantes, no-practicantes y no afiliados, pero, sobre todo, interesante la diferencia entre las actitudes hacia los musulmanes y hacia los judíos.

No parece que esto último se deba a mayor o menor amenaza a la «mejor cultureta del mundo». Es que la idea de «civilización judeocristiana» está a nuestra disposición para obviar lo que esa Europa de valores inmarcesibles hizo a los judíos el siglo pasado (y el gobierno israelí hace ahora a los palestinos, aunque esa es otra cuestión). Pero también hay un asunto más: musulmán significa inmigrante, cosa que judío no, si, encima, se le concede la nacionalidad española si se prueba su ascendencia sefardí, arreglo que no se hace con los musulmanes expulsados hasta a principios del siglo XVII.

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