El pasado lunes, 18 de junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una nueva clasificación de enfermedades en la que saca a la transexualidad de los trastornos psicológicos de forma que, para la OMS y la comunidad médica en general, la transexualidad ya no es una enfermedad. La presencia de la transexualidad en los manuales de diagnóstico psiquiátricos durante muchos años ha provocado dolor y sufrimiento innecesario en las personas trans y sus familias. La patologización de su situación ha sido suficiente para excluirlas y someterlas a enormes vulneraciones de sus derechos, maltrato y desinterés. Ha sido un proceso muy parecido, pero veintiocho años más tarde, al que se siguió con la homosexualidad, despatologizada por la OMS en 1990. Hasta entonces, los gais, lesbianas y bisexuales hemos sido considerados enfermos mentales, prejuicio que, minoritariamente, todavía tienen muchas personas hoy sobre las orientaciones no heterosexuales. Asumir que la diversidad sexual y de género no son enfermedades sino muestras de la enorme riqueza y diversidad humana, es un paso necesario para el respeto de nuestros derechos.

Si las personas trans sufren por algo es por la falta de comprensión y atención a su situación personal, la enorme violencia que perciben de una sociedad que no asume la diversidad humana y, sobre todo, por la transfobia, es decir, el rechazo y el odio, hacia su identidad. En ese contexto de violencia, el ciclo de la exclusión se completa con la falta de referentes sociales y educativos, dificultad para acceder en las mismas oportunidades y condiciones que el resto de la población al mercado laboral o el impedimento de su libre desarrollo personal, moral y físico desde la infancia hasta la edad adulta.

Un cambio, el de la OMS, que viene empujado por el enorme esfuerzo de las entidades sociales que trabajan por la diversidad de lesbianas, gais, bisexuales y personas trans y el derecho a la igualdad y que hemos promovido cambios legislativos en algunos territorios, como en la Comunitat Valenciana. Por ello, en el año 2017, les Corts Valencianes aprobaron una ley para el respeto del derecho a la autodeterminación del género, es decir, para el respeto a las identidades trans, contra el prejuicio y la discriminación y que, por encima de todo, no se les excluya de ningún ámbito ni se les exija informes médicos invasivos para decidir si son hombres, mujeres o identificarse con el género que sientan. Nadie puede imponerte tu género. Eso lo decides tú.