La Cremà es el rito cumbre de nuestra fiesta... Es la ceremonia mágica que eleva al infinito el resplandor brillante del fuego de la Hoguera. El fulgor rutilante de las ascuas ardientes es ofrenda embrujada al naciente verano y los alicantinos hemos aprovechado el secular hechizo de la noche más corta para hacer ceremonias como antaño se hacían.

Todos sabéis, amigos, que el fuego purifica... Y al fuego se arrojaba lo viejo, lo inservible, para sacar de aquello luminosa energía.

Repitamos el rito este año con rabia, arrojemos al fuego devorador y enérgico aquello que trastorna al pueblo alicantino. Arrojemos al fuego toda la suciedad, tanta basura, la falta de cuidado común en la limpieza, que a todos nos convierte alguna vez en reos.

Arrojemos al fuego el abuso del coche a todas horas, las multas abusivas, no respetar las señales de tráfico ni los pasos cebra. Y también aquellos semáforos que muy rápido cambian, agobiando al peatón.

Arrojemos al fuego la prisa enloquecida que nos roba el placer de ser humanos.

Arrojemos al fuego el vandalismo incívico que deteriora o rompe, las pintadas absurdas que hieren la vista y manchan las fachadas.

Arrojemos al fuego la empobrecida imagen de nuestro centro tradicional, tan lamentablemente abandonado.

Arrojemos al fuego la especulación urbana que tanto ha castigado el patrimonio histórico.

Arrojemos al fuego la algarabía molesta de los locales de ocio que no respetan ni el descanso, ni el silencio, ni los horarios límite que la ley les impone.

Arrojemos al fuego las diversiones desenfrenadas, todas las borracheras de adolescentes en las que pierden su dignidad de jóvenes y hasta su raciocinio.

Arrojemos al fuego las podas arbitrarias, escasas o a destiempo de nuestros pocos árboles, la nula sensibilidad para transformar los pinares de los dos castillos en céntricos espacios bellamente ajardinados y accesibles.

Arrojemos al fuego los residuos y plásticos que asesinan nuestro mar tan querido, convertido en cloaca donde peces y algas van desapareciendo.

Arrojemos al fuego la escasez de trabajo estable, no nacida ahora mismo, pero que mucho apremia.

Arrojemos al fuego tanto local vacío que se vende o alquila, mostrándose en las calles como tristes ejemplos de decadencia y crisis.

Arrojemos al fuego las desgracias fingidas, nacidas de la picaresca y no del sufrimiento, que buscan aprovecharse de los sentimientos compasivos.

Arrojemos al fuego la falta de integridad, los errores políticos que impiden planes y proyectos declarados como muy preferentes.

Arrojemos al fuego las promesas vacías, las ofertas quiméricas, los compromisos vanos que solo aportan frustración ciudadana.

Arrojemos al fuego ostentar cargos públicos sin saber dar ejemplo de honradez y eficacia.

Arrojemos al fuego las torpes alianzas que solo han causado lamentables secuelas de enfrentamiento y malestar.

Arrojemos al fuego las rencillas entre ediles que gran fracaso municipal originan.

Arrojemos al fuego el desprecio por el bien común que quebranta merecidamente el prestigio de todos los políticos.

Arrojemos al fuego nuestra escasa cultura como semilla nueva que germine en escuelas más dignas, en muchas bibliotecas, en centros culturales donde el pueblo se encuentre.

Arrojemos al fuego la publicidad engañosa que incita al consumo frenético y castrante.

Arrojemos al fuego la creciente manía de frases en inglés para anunciarlo todo, despreciando así la riqueza, la gracia y el sentido de nuestro propio idioma.

Arrojemos al fuego tantos odios inútiles, tantas envidias vanas, tantos bajos deseos que no nos dan la dicha.

Arrojemos al fuego el fanatismo que lleva a la barbarie, la aberración, el crimen.

Arrojemos al fuego nuestra proverbial intransigencia inquisitorial ante lo que no nos gusta, cualquier protesta pertinaz y furiosa por defender mi idea sin admitir que hay otras opiniones.

Arrojemos al fuego todo lo que golpea el potencial alicantino, lastrando tristemente su futuro, su anhelo.

La Hoguera resplandece, tiene un fulgor misterioso y extraño, una vital presencia en esta Cremà nueva de este nuevo solsticio.

Cojámonos las manos como antaño se hacía para danzar unidos alrededor del fuego. Y sintamos su cálido murmullo crepitante que repite y eleva esplendente al cielo este ritmo de vida: Alicante renace? Alicante renace? Alicante renace?