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La papeleta

Pere Rostoll

El difícil camino del PP

A cualquier dirigente del PP de Alicante o de la Comunidad Valenciana que se le pregunte sobre el congreso que los populares afrontarán a partir de ahora con siete aspirantes que suman un número de avales suficientes -otra cosa es las opciones que tengan- para entrar en la sucesión de Mariano Rajoy; cualquiera de ellos, decía, reconoce la importancia de lo que se está jugando el partido durante el próximo mes. Máxime cuando queda ya menos de un año para las elecciones municipales y autonómicas de 2019. Unos comicios claves para las siglas de los populares después de que Pedro Sánchez haya apartado a Rajoy del mando de la Moncloa. Así que entramos en unas jornadas decisivas para el futuro del PP. Con el nuevo sistema de elección del presidente que se ensaya por vez primera, el congreso está ya mismo en juego. No se limita al fin de semana de julio en el que están convocados los compromisarios en Madrid.

Una vez que ya se han registrado los avales con Pablo Casado, Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría como favoritos por delante de todos los demás, José Manuel García Margallo -diputado por Alicante- de «outsider» agitador y tres semidesconocidos -un diputado por Ávila, un edil de la Font de Figuera y un exdirigente valenciano de Nuevas Generaciones- para adornar el proceso, ahora entramos en otro momento decisivo: la movilización de militantes para que abonen su cuota de 2018 y puedan votar. Está por ver cuántos de los algo más de 140.000 «apuntados» en los censos ficticios del PP en la Comunidad -unos 75.000 en la provincia- acaban pagando su ficha y participan. De eso dependerá la votación de los afiliados al corriente fijada el día 5 de julio y en la que, en principio, ya quedarán sólo dos candidatos en liza.

Luego habrá que elegir al nuevo presidente en un congreso en el que muchas de las miradas apuntan a la delegación de compromisarios que llevarán Isabel Bonig -hoy en Alicante, de visita en las Hogueras- y José Císcar. La segunda más importante, sólo superada por Andalucía, con 385 representantes, 185 de ellos procedentes del PP de la provincia. No se pronunciarán públicamente hasta después de la votación, como adelantó este periódico, para evitar que el partido se parta en varios trozos entre los jóvenes seguidores de Casado, los que apoyan a De Cospedal y los que quieren dar el voto a Soraya. Margallo, a pesar de que es el número uno del PP por Alicante en el Congreso, está vetado pero alguno también se pronunciará a su favor. Con toda seguridad.

Frente a ese panorama interno tan enrevesado, parece muy difícil que los populares valencianos salgan bien parados de este envite. Pase lo que pase. Será muy complicado consolidar un liderazgo que «tire» de los votantes en plena ofensiva de Ciudadanos. Casado está pendiente de una imputación y las «dos rosas», como define Margallo la pugna entre Cospedal y Soraya, forman parte del pasado. Es así una dificultad que el PP pueda salir de su congreso con un proyecto creíble en el que, además, los populares de la Comunidad puedan jugar un papel destacado que se traduzca en volver a ocupar sillones de peso en la sala de mandos de Génova para ofrecer una imagen nítida y clara de fortaleza.

Pero, además de la tensión interna que se avecina y de la imposibilidad de cuadrar un proyecto en un plazo más o menos razonable para afrontar con garantías las elecciones municipales y autonómicas o de la competencia de Ciudadanos, los populares valencianos tienen además otro gran problema encima de la mesa del que no pueden desprenderse: un calendario diabólico vinculado a las investigaciones de casos de corrupción. Un informe del Consejo General del Poder Judicial presentado esta semana señala que, durante el primer trimestre de este año, los jueces españoles dictaron auto de juicio oral o procedimiento contra 85 personas por delitos de corrupción en España. De ellos, casi la mitad de los encausados -cuarenta- fueron en la Comunidad. Y todos del PP. Eso es un pequeña parte de todo lo que les queda aún por delante. Un camino lleno de obstáculos casi insalvables para los populares. Mientras Rajoy se fumará sus puros en Santa Pola. Felicidad absoluta.

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