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Vuelta de hoja

Totum revolutum

Hoy es miércoles 13 de junio, domingo 17 para ustedes. Ya he dicho en más de una ocasión que las noticias van a tal velocidad y se suceden tan atropelladamente, que es difícil elegir tema, como cuando entras en una cafetería bien surtida de bollería fina por ver de calmar la hambruna de las diez y no sabes a qué bollo darle un tiento. Llevo desde las ocho de la mañana esperando pacientemente a la vera del teclado a ver cuáles son los designios de nuestro señor el duque empalmado y a ver qué pasa con el barco de la ignominia. Pero, durante la espera, salta otra liebre, otro bollo apetecible para el periodista o para el que, como un servidor, se dedica a sacar la lengua a pacer por puro regodeo. Lo cual que el flamante ministro de cultura ha sido presuntamente pillado soplándole a la hacienda pública la pingüe cantidad de 218.322 euracos. Empieza el baile.

Ahora que, para bollo cachondo y desaforado, el referéndum de l'Ametlla del Vallès. Se ha sometido a votación el peliagudo tema de si las mujeres de la población pueden mostrar las bubis en las piscinas. El resultado ha sido favorable al penduleo glandular. La plataforma «Mugrons Lliures» ha puesto el grito en el cielo alegando que no se puede someter a votación lo que es un derecho fundamental. Sí, han leído bien, hay una asociación que se llama «Pezones Libres» y un pueblo donde un par de tetas, ya de todos es sabido que tiran más que dos carretas, es asunto de estado y motivo de sufragio.

Pues al final parece ser que el cuñado de España tiene un pie en el trullo. Le dan cinco días para su ingreso, aunque, en realidad, le han dado un montón de años de vida regalada, muelle y confortable en Suiza. Menos tiempo le dieron a los presos políticos catalanes que, nada más quitarles las urnas a guantazos, los metieron al rincón de pensar de una celda. O a un «grapaet» de chicos díscolos y malhablados por cantar. No sé si es coincidencia, pero parece ser que barrer la caspa y los purines de las gaviotas ha facilitado la resurrección de Montesquieu, que ya iba siendo hora. De modo que, si nada lo impide, el efebo apolíneo estará contando la frecuencia de sus empalmes en el catre del talego.

El barco de la ignominia se llama Aquarius. Tiene nombre de yate de lujo, pero sus ocupantes no son precisamente adinerados clientes de un crucero. Los ocupantes del barco son testigos mudos, ateridos y aterrados de lo que es la vieja raposa Europa. Una Europa indolente, sucia, mezquina y mentirosa que se pasa por la entrepierna el sacrosanto deber de socorro al necesitado. Ya hay demasiados cadáveres en las cunetas del Mediterráneo, vieron el pequeño cuerpo inerte de Aylan y otros que no vieron por falta de constancia gráfica, siendo llevados por fosforescentes caballos marinos al paraíso de las algas y las caracolas, ven ojos de pánico en la espuma de las noches, manos tendidas pidiendo auxilio, gritos que el ruido del mar mutila, pero cantan victoria por deshacerse de seiscientas almas que huyen del infierno para meterse en el purgatorio de la insolidaridad y la maldad a manos llenas. Primero los europeos, primero los españoles, gritan los homínidos de siempre rasgándose las vestiduras. ¿Cuándo aprenderemos de una vez por todas que todos son nuestros hijos, que aquí, o en donde sea, cabemos todos o no cabe ni Dios? Es sentar un peligroso precedente, rebuzna la derechona. Claro que es sentar un precedente, un bendito precedente que debiera cundir en el resto del mundo. Uno, que no es un dechado de patriotismo precisamente, hoy sí se siente orgulloso de ser español, no porque haya ganado la selección algún campeonato, sino por el gesto que ha de hacer ruborizar a la Europa canalla, a poca vergüenza que le quede. Valencia abre sus puertas y tiende brazos y mantas, y sonrisas y caricias a niños que pudieron haber acabado como Eylan, niños que también pudieron ser engullidos por el salitre, hombres y mujeres a los que, por fin, al menos en este país, se le reconoce el derecho a la dignidad.

Para acabar con este totum revolutum de noticias al pairo, sólo queda esperar que este nuevo gobierno que con tan buen pie ha comenzado su periplo, no nos haga recordar tan pronto las bellaquerías del anterior. Pero, un momento? ¡quietos hasta ver! Acaban de decir que el ministro de cultura y deportes, presa de la presión, ha dimitido. ¿Ven lo que les digo? Se tarda más en escribir un artículo de opinión de lo que tarda en saltar un bollo gordo, lustroso y noticiable. ¡Gensanta!

En fin, y para desengrasar. Que cunda el ejemplo de l'Ametlla del Vallès. Propongo un referéndum para que el mujerío patrio, no sólo tenga derecho a lucir los atributos en piscinas municipales sino «a tot arreu» del solar patrio. Algún viejales consumido por el santo rijo como el que esto escribe, lo agradecería. ¡Que visquen els mugrons lliures! Amén.

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