Si usted es europeo, si de verdad cree en esta Europa de los valores cívicos y humanos, tiene que entender esto que les voy a plantear aquí, y ahora. Europa tiene un grave problema con los países que lo rodean. Las desigualdades sociales, económicas y de salud que existen entre territorios muy cercanos impulsan el éxodo desde la pobreza, la miseria y las guerras, hacia la Europa de las posibilidades, de la igualdad y del respeto a la vida. No hay cojones de parar esta égira que presiona desde la muerte hacia la vida.

Y Europa no puede estar viviendo de sus rentas. No puede parar esta huida hacia delante de millones de personas vía verjas y concertinas. Porque si la solución es que las personas se claven los clavos en una valla como una croqueta, entonces hay que cerrar el Parlamento Europeo y mandar a todos sus funcionarios y sus políticos a escaparrar.

Muchos de los países que rodean nuestra magnífica Europa están en situación crítica. Y la solución pasa porque nuestra Comunidad llegue a acuerdos económicos con ellos para que sus economías avancen. Y eso se puede hacer beneficiando a las empresas europeas que inviertan en esas fronteras. Dándoles beneficios fiscales. Y pasa por ofrecerles un euro expansivo. Y pasa por ponerlos en valor en redes digitales para que puedan competir. Y se puede hacer bajando los aranceles de esos países para que puedan competir y puedan construir sus economías. Si solo construimos vallas y no tendemos puentes económicos, no conseguimos nada. Si nuestras propuestas se basan en «almacenar» a los que huyen en otros países limítrofes, pagándoles un dinero por «albergar» la pobreza de estas personas, entonces a esta tierra no la llamemos Europa.

No hay frontera, ni policía, ni ejército que pare a la pobreza. Nadie podrá sostener a las barcazas llenas de niños y embarazadas cruzando el mar de la muerte, que es el Mediterráneo. Si somos incapaces de luchar contra los narcotraficantes, imagínense luchando contra la miseria. El que se embarca con riesgo de morir, está soñando con salir del infierno. Y las llamas te queman tanto que el agua, aunque suponga la muerte ahogada, te merece darle una oportunidad.

Les voy a proponer un juego. Imagínense que un barco lleno de mascotas, perritos o gatitos, está encallado en un puerto porque la empresa que los transportaba ha quebrado y la tripulación ha desaparecido. Los gatitos y los perritos abandonados a su suerte, ya que la empresa ha abandonado el barco, con su carga. ¿Cuánto tiempo tardarían las asociaciones animalistas, los diputados europeos, y la sociedad en general en reclamar una solución? Nadie querría que esos pobres animalitos muriesen de hambre y de sed. Se movilizarían las miles de páginas activistas en defensa de los animales. Se verterían miles de páginas con comentarios y habría peticiones de firmas. Se presionaría al Parlamento Europeo a una sesión extraordinaria para solucionar tal dislate. Y, por supuesto, se recaudarían miles de euros para la causa.

Y todo eso pasaría porque sería justo. Pero es más fácil comprometerse con los animales que con las personas. Porque los animales no comprometen después. Su propia dinámica es de pura existencia; comer, beber y vivir. Pero las personas somos algo más que los animales. Por eso, no han visto ustedes una gran movilización con el barco repleto de personas abandonadas. Aquarius no es una bebida, es la sed de Europa. Esa falta de caridad y solidaridad que nos ha hecho menos europeos. Esa lucha de algunos gobiernos por quitarse de en medio. Porque, en definitiva, las nuevas olas racistas y egoístas se dibujan en sus propios gobernantes. Somos lo que votamos.

El problema de la inmigración no se arregla acogiendo ese barco a la deriva. Pero no haciéndolo, nos convierte en menos europeos. Europa es algo más que una sola moneda. Con tantos pueblos envejecidos y faltos de niños, nueva savia, aunque venga de un barco no querido como es el Aquarius, tiene acomodo en nuestra tierra. Si hubieran sido mascotas, ese barco hace ya tiempo que habría sido recogido en Italia, y en muchos países. Como lo que lleva dentro son las historias de personas pobres, entonces que les den por saco. Yo quiero que las acojamos. Porque creo que otra Europa es posible.