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Primeros pasos de Frankenstein

La respuesta de Sánchez a las demandas de quienes le auparon a la Presidencia del Gobierno

En algunos medios, sobre todo de la derecha, se ha calificado a la coalición de partidos que hicieron posible la moción de censura contra Rajoy de "proyecto Frankenstein", un personaje monstruoso hecho con trozos de cuerpos sacados de salas de disección, al que su creador, Víctor Frankenstein, consigue dar vida en su laboratorio. Este ser estrafalario comienza su andadura animado de sentimientos bondadosos pero el rechazo, muchas veces violento, que suscita le agria el carácter y acaba cometiendo varios crímenes. Hemos visto muchas versiones sobre esa fantasía pero nunca imaginamos que pudiera servir para calificar a una coalición de partidos con idearios incompatibles hasta que el socialista Rubalcaba la utilizó en 2016 para argumentar el absurdo político de un gobierno del PSOE con Podemos, Convergencia, PNV, Esquerra, Bildu y otros (justamente lo que acaba de ocurrir dos años después). Salta a la vista que la advertencia de Rubalcaba no se ha tenido en cuenta y Sánchez se ha atrevido a formar un gobierno monocolor que nace con una evidente minoría de escaños y una mayoría de mujeres. Por cierto que, en la toma de posesión del cargo ante el Rey, ya se notó un cambio al prometer algunas de ellas mantener en secreto las deliberaciones del "consejo de ministros y ministras". La novedad de la mayoría feminista y el perfil biográfico de algunos de los gobernantes animaron las tertulias y hubo columnista que se dio por contento con el simple hecho de que ya no estuvieran el anterior presidente y los ministros que cantaban la copla legionaria sobre el "novio de la muerte". Así pues, los primeros pasos de Frankenstein (que diría Rubalcaba) son prometedores y falta por ver como responderá a las demandas de quienes con sus votos le permitieron llegar a la Presidencia. Y da lo mismo que las haya negociado antes de la moción de censura que después, o que sean producto de una ocurrencia de última hora o imposibles de cumplir. En la política, como en el amor, vale todo. Consciente de ello, el señor Sánchez ha dirigido una carta a sus ministros que viene a ser como un manual de instrucciones para que no saquen los pies del plato, ni en proyectos ni gastando más dinero del ya presupuestado por el Gobierno anterior. Falta saber si le harán caso dada la proverbial locuacidad española. Por ejemplo, como acaba de hacer la ministra Meritxel Batet, al proclamar la urgencia de una reforma de la Constitución para adaptarla, se supone, a una solución federalizante asimétrica que es la fórmula preferida por los socialistas catalanes. Una reforma complicada de cuajar porque precisa de una mayoría de dos tercios en el Congreso y en el Senado. Y solo con Frankenstein no llega.

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