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Francisco Esquivel

Las cosas por su nombre

Disculpen, la pregunta no es si la mejor forma de prepararse para el estreno mundialista consiste en que los puntales que habrán de hacer frente en nada a Cristiano y compañía dedicaran sus esfuerzos a intentar convencer al novato mandamás federativo de que mantuviese al entrenador del Madrid al frente de lo que éste había convertido en su segunda marca hasta que lo pusieron de patitas. No. La pregunta no es si, durante las citas ligueras venideras, el relevo del cariño generalizado que deja vacante el vuelo de Iniesta al País del Sol Naciente se desplazará hacia Lopetegui. La cuestión tampoco es si el antiespañol por supuesto es Piqué. Lo verdaderamente relevante no estriba en ser capaces de discernir sobre los gustos alardeados por Màxim Huerta, ahora que ya sabe toda la afición que muy deportivo no es que sea lo suyo. Lo sorprendente no va a ser que ese dirigente llamado Bartomeu, que ha escorado de forma manifiesta a su club hacia las líneas independentitas, enarbole la bandera de la Argentina de Messi ni que, tras lo ocurrido en las últimas horas, una parte de seguidores de la Roja esté pensando en echarse en brazos de Marruecos y de Irán. El debate nacional no es ya si el cuñado del rey acabará en la trena porque, de librarse ahora, al que se le complicaría exhibir su juego sería al marido de Letizia por mucho que todos jurasen que el soberano es el tribunal. No, la historia no es detectar si quedará un solo españolito que no vaya con el paso cambiado en estas trepidantes jornadas ni la envidia que, según sus simpatizantes, genera el equipo de Chamartín ni por qué el antimadridismo se ha multiplicado exponencialmente de la forma que lo ha hecho. No. Lo esclarecedor para dejarse de monsergas y que nadie acuda a las coartadas de rigor con tal de no llamar a las cosas por su nombre es: ¿ Santiago Bernabéu habría hecho esto?

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