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Desde mi terraza

Aquarius

Italia, que como el lector sabe, tiene nuevo gobierno formado por ultraconservadores y antisistema; y al primer grupo pertenece el ministro de Interior, quien ha dicho «hasta aquí hemos llegado» en cuanto a recibir en puertos italianos al barco humanitario Aquarius con más de 600 inmigrantes subsaharianos; eso sí, ha lavado su mala conciencia con dos barcos en los que redistribuir a tan ingente número de personas, que podía hacer peligrar cualquier travesía. Por suerte todavía existen en Italia responsables públicos que defienden los derechos humanos y ha sido el alcalde de Nápoles quien se ha plantado, ofreciendo cobijo a los desheredados de la fortuna, actitud que han seguido alcaldes de otras ciudades italianas, todas bañadas por el hoy mortífero mar Mediterráneo. España reaccionó de inmediato, y ahora mismo los tres buques están navegando por el antaño idílico mar rumbo a València, ciudad que se ofreció como puerto de desembarco. Y otras muchas ciudades españolas se han apresurado a acoger a los sin rumbo, incluida la pequeña localidad de Sella, ese pueblo de solo 600 habitantes que me es tan querido, cuyo alcalde ha puesto a disposición casa y trabajo a una familia con hijos. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha refrendado el ofrecimiento valenciano lavando así la relajada actitud del anterior gobierno en cuanto a la acogida de refugiados sirios; estos lo perdieron todo, los de ahora no han perdido nada porque nada tenían. Las reticencias de ambos países en cuanto a la recepción de inmigrantes es comprensible, pero inadmisible; quedan muchas necesidades que cubrir entre los nativos, pero no es menos cierto que precisamente los menos favorecidos siempre han estado dispuestos a compartir lo poco que tienen. Las declaraciones de determinados personajes son sencillamente inadmisibles, doña Celia Villalobos se ha atrevido a decir sin rubor alguno «Siento la penosa situación de esas personas, pero en mi país no los quiero». Y se ha quedado tan fresca. Es muy probable que muchísimos españoles piensen como la política andaluza, pero al menos tienen la dignidad de no decirlo. Si pensamos que en el mar Mediterráneo han muerto 700 personas en lo que llevamos de año, está claro que Europa no puede seguir mirando hacia otra parte, y es tan urgente como obligatorio que los gobiernos europeos se sienten ante una mesa para buscar soluciones a un problema que se arrastra desde hace muchos años. Mientras tanto, hay que dar pan a quien tiene hambre, los Derechos Humanos no pueden quedarse en simple literatura. Así están las cosas en nuestro amado país, en el que amplios sectores todavía no han asimilado que existe un nuevo gobierno tan legítimo como si hubiera salido de las urnas, todo llegará. Y discrepo de que se esté mirando con lupa la biografía de los nuevos responsable políticos, incluido el Ministro de Cultura al que se le acusa de fraude fiscal. Miren, todos tenemos un pasado; y es muy probable que se saquen ahora pequeñas corruptelas elevándolas a categoría, cualquier día se reprochará hasta las multas de tráfico. O remamos todos en la misma dirección, o esto se va al carajo, con perdón por la expresión. Pero la sociedad española, polarizada ahora en el desembarco de València, está también expectante ante el ingreso en prisión del marido de una Infanta de España, el ex duque de Palma Iñaki Urdangarin, en un plazo de cinco días; que un ex miembro de la familia real pase cinco años entre rejas es algo que resultaría impensable en otros tiempos: la Justicia española, siempre tan lenta que ha tardado diez años desde que se iniciara el proceso del entonces duque, vinculado a varios delitos, ha demostrado que es lenta pero segura. Y el joven Rey Felipe VI se está tragando un sapo tras otro. Pero la gran tragedia nacional se centra ahora en el fútbol; dimitió Zidane, el entrenador del Real Madrid, dos jugadores estrella del mismo equipo como Cristiano Ronaldo y Bale, han hecho amagos de largarse, y la bomba final ha sido el cese del entrenador de la Selección Española Lopetegui que se ha decidido por el Real Madrid (la pela es la pela) a dos días del inicio de los mundiales. ¿Hay quien dé más? Estamos de todo menos aburridos.

La Perla. «El secreto de la paz está en el respeto a los derechos humanos» (Juan Pablo II, Papa).

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