Me sorprende el poder de observación y la capacidad analítica que se desprende del ojo humano. Leí el pasado día 4 un artículo en la sección «Lectores» de este diario, con el título Graneles no cesan, en el que se relataba a conciencia cómo se amontonaban las mercancías a granel del puerto, el destino del polvo y hasta sus consecuencias más inmediatas. Y siempre es lo mismo, el mismo modus operandi, se levanta polvo, vuela hacia el CP Benalúa y «envenena» a los niños. Me gustaría aclarar que la zona objeto de observación -el puerto de Alicante- es la zona más vigilada del país en cuanto a controles de emisiones a la atmósfera, cuenta con 4 medidores fijos en continuo conectados a la red de la GV, además de un medidor instalado en el propio colegio por el Ayuntamiento de Alicante. Recordemos, también, que para el resto de la ciudad se cuenta con un número inferior y a pesar de ello, todos los estudios técnicos acreditan que los niveles de contaminación de la zona no rebasan lo legalmente establecido y que entre las fuentes de emisión de los días en que se rebasan los niveles, la labor portuaria no es la que aporta la masa de contaminación más importante.

Precisamente el día 7, con la llegada de los cruceros, el material que se estaba descargando era caliza, formado principalmente por calcita, un material menos contaminante que un producto doméstico de los que cualquiera de nosotros tiene en su casa.

Una vez aclarado esto -para tranquilidad de todos los lectores, vecinos y trabajadores del entorno, sobre todo los casi 1.500 que trabajamos en sus instalaciones, directamente relacionados con esta actividad y que también somos ciudadanos que pagan con sus impuestos los sueldos de juzgados, Sindicatura de Greuges y directivos del puerto...- decir que se contribuye poco o nada a mejorar la vida de los alicantinos y potenciar la economía y el empleo de Alicante intentando manipular la opinión pública. Por ello cabe recordar que no hace mucho se intentaba hacer calar la idea de que con los silos «naves cerradas» desaparecerían los cruceros de Alicante ya que su construcción afectaría a la vista de la ciudad desde su entrada al puerto, más tarde fue que la descarga de graneles ensuciaba a los turistas y desaparecería este turismo y, ahora, cuando los cruceros no solo no han dejado de venir, sino todo lo contrario, cuando las instalaciones se ven desbordadas y se tienen que llevar a «muelles públicos» para que sus pasajeros puedan visitar nuestra ciudad, ahora, el problema es que, como en cualquier puerto del mundo, tienen que ver que los puertos no solo están hechos para atracar cruceros, sino que también sirven para potenciar el empleo y la economía de otros sectores de su zona de influencia.

El día 7 nos visitaron, gracias a que se pudo atracar un buque de pasajeros en el muelle 11, más de 6.000 turistas que dejaron en Alicante 600.000 euros en un solo día, de los cuales más de la mitad visitaron nuestra ciudad, conocieron nuestro Alicante, se llevaron una buena impresión y seguramente muchos de ellos volverán a nuestra ciudad con sus familias y la actividad mercantil no se tuvo que parar en ningún momento.