Para no meter la pata -cosa que puedo haber hecho alguna vez-, y aunque creo saber lo que significa, acudo al diccionario y leo que «sine die» es «una locución latina que significa sin plazo o fecha determinados» y que «se usa para indicar que algo se aplaza indefinidamente». ¡Bien, coño, bien!. Dicho lo dicho, puedo empezar a encadenar letras en un folio que todavía está en blanco y que pretendo llenar con «palabros» que sean del todo comprensibles para quienes me leéis cada semana.

¿Por qué quiero hablar de la expresión «sine die»?. Pues porque me ha llamado la atención el hecho de que, con respecto al «escudo» que se pretende implantar en Oleza, relegando al vigente -¡porque todavía lo está!- desde hace mogollón de años, que pasaría a dormir el sueño de los justos, «el boss» -¡nada que ver con Bruce Springsteen, os lo prometo por Marco, su madre y el mono Amedio!- haya dado «marcha atrás» -¡rectificar es de sabios!-, se la haya «envainao» y haya hecho caso a no sé quién, aunque la excusa para recular resulta hasta convincente: «Impulsar un amplio proceso de participación ciudadana para intentar alcanzar un consenso». Me cuentan que el PP - Dámaso Aparicio- le llamó a capítulo para que «desandase lo andado». ¡Y se montó la de Dios!; ¡se dijeron más que «pringuesorra»!.

Cada día me identifico más con el gran Groucho Marx. Decía que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar los remedios equivocados». ¡Hay que ver lo que le gusta a la gente meterse en charcos de los que se sale con más mierda que gloria!. Y todo porque al personal le seduce la idea de pasar a la posteridad y entrar en la historia de su pueblo, cueste lo que cueste y sea cual sea el desgaste, personal y político, que esto conlleve. ¡Ya ves tú la «nesesidad» que tiene el bueno del alcalde de acabar la legislatura rodeado de polémicas que no «condusen» a nada!. Pues «na», ¡que el hombre se empeña en salir -un día sí y otro también- en los papeles, como queriendo dejar claro que lo de «que hablen de uno aunque sea 'pa' bien» es bueno, pero va a ser que no, porque hay otro refrán que asegura que «otros vendrán que buenos te harán» y, en muchos aspectos, está haciendo buenos a quienes, antes que él, ocuparon el sillón principal del despacho con vistas!.

Son muchas pifias en poco tiempo, como por ejemplo las de, al parecer, «cobrar sin ir a trabajar» o la de la asesora que «presuntamente espiaba» a dos concejalas, una «sosiata» y otra «pepera», utilizando tácticas casi militares (dicen que «se cascó» una especie de «pista americana», a oscuras y arrastrándose por el suelo, para no ser descubierta). Cuando no hay donde rascar, quien tiene afán de notoriedad se inventa lo que sea para seguir en boca del vecino que, la mayoría de las veces, no da crédito a lo que ve, lee o escucha, porque algunas cosas no se le ocurren ni al que asó la manteca. El hombre -en el más amplio sentido de la palabra- es «dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras/actos», aunque parece que, por muchas «cornás» que dé la vida, no termina de aprender y tropieza, una y otra vez, en la misma piedra, sin darse cuenta de que «en boca cerrada no entran moscas».

¡Hoy es el escudo o el «espionaje»!; ¿y mañana?. Porque de la «chapusa» que -según mi criterio- se está haciendo en plaza de toros o de la «ciudad deportiva fantasma», esa que se quiere presupuestar -¡o se ha presupuestado!- sin saber dónde va -se desconoce si hay terrenos y dónde están-, de la reforma de los Andeles -cuyo asfalto se ha levantado dos o tres veces y se ha tenido que reasfaltar otras tantas-, de las infraestructuras del polígono Puente Alto, de Rubalcaba, etc?, de todo eso no hablo. No me olvido del estado «pestilente/putrefacto» del tramo urbano del Segura o de la puesta en valor de nuestra principal industria, el turismo; de las reivindicaciones de la costa, que quiere autogobernarse y que, cada vez que alguien de Palacio se reúne con sus representantes, lejos de acercar posturas, se distancian más. ¿Qué pasa con los antiguos juzgados?. ¡Por Dios, por Dios!.

¡Una imagen vale más que mil palabras! y tengo la impresión de que nuestros «desgobernantes» lo cumplen a rajatabla, porque salen más en los papeles que las «celebritis» en las revistas del corazón. El «postureo» puede ser positivo para según qué cosas, pero no es menos cierto que «lo poco gusta y lo mucho cansa», por lo que ¡tanto «postureo» no tiene que ser bueno!. Recuerdo, con cierta nostalgia, mi etapa de estudiante -¡dejémoslo en que estuve matriculado en la Complutense madrileña!- en la que conocí a Enrique Tierno Galván, el mejor alcalde de Madrid, después de Carlos III. Al viejo profesor no le gustaban ni las fotos, ni los focos, ni los papeles; trabajaba por y para su pueblo, sin más. En plena movida madrileña dijo aquella famosa frase: «rockeros, el que no esté 'colocao' que se coloque?y al loro». ¡Se armó la de Dios!. Tierno nunca aplazó nada «sine die» y la cosa funcionó. ¡Eran otros tiempos!.