Entrega por encargo, sin chispa que no enganchó en ningún momento. Mucho asfalto, empieza a notarse la falta de interés si no hay una primerísima figura y, como nota a destacar, el público esperaba más el pasacalle de los cargos infantiles y adultos que el de la pregonera que nos dejó indiferentes. La nota graciosa la pusieron los Makanas de los piratas que celebran sus 50 aniversario y que, con sus insignias y banderas, se hicieron la foto con ella y autoridades en la misma calle Colón con una colaboradora y simpática, eso sí, Pilar García. Dijo una frase que desde luego ella no pudo cumplir: «las fiestas se tienen que sentir». Y eso digo yo y los muchos festeros presentes. Estos pregones de encargo tienen eso, les falta sobretodo corazón, emoción por las tradiciones, felicidad por los días que llegan y que solo con pensarlo se te eriza el vello. Nadie foráneo sabrá transmitir ese orgullo, esa emoción cuando el jueves te pones el traje; esa transformación de anónimo en protagonista de un sueño que por fin se realiza. ¿Cómo describir el momento en que abrazas a tus nietos «festericos» con su traje de zíngaro? Nunca sabrán la alegría que los transforma y convierte en el futuro de esta tradición y como repasan, una y otra vez, la letra del pasodoble Idella. Es algo extraordinario y al que no le ocurre es porque los sentimientos se le quedan en la epidermis, no penetran, no llegan al corazón.

Nunca nadie de fuera, por muy famoso o buen comunicador que sea, podrá expresar esa emoción, ni tan siquiera se acercarán a saber o poder expresar el AMOR a nuestras Fiestas.

Y eso ha ocurrido un año más. Otra profesional de los medios que ha leído más o menos bien el guión escrito por otros, pero no ha sabido añadir ni un pedacito de cariño por algo que no conoce ni siente. Simplemente ha cumplido y a casa. Y al día siguiente ni ella misma recordará que ha estado en Elda.