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Moción de censura

Se le coge el cuento de Pinocho alocadamente y se introducen unos cuantos personajes de carnaval que actúan, cantan y tocan en un concierto-teatro, cabaret o musical punk. Se baten todos los ingredientes y se sirven a la clientela en el escenario del Principal, después de haber estado un año en el madrileño Café Berlín. Y con honores de estreno nacional porque es la adaptación para teatros de Mueblofilia, o todo lo que usted quería saber sobre el sexo con muebles, pero temía preguntar. ¿Han visto el filme de Allen en el que, además de otras historias, un doctor se enamora de una oveja descarriada desencadenando una serie de acontecimientos? ¿Vieron aquí el dramatismo de Pou enamorándose de una cabra? En este caso fatal, el señor Pino, hijo de un carpintero, y una silla erótica, que no quiere ser de madera, se aman y ella da a luz una niña-mecedora. El derecho a la diferencia o a la diversidad, no obstante, se diluye notablemente ante la traca, la ración de decibelios y el desfile pasado de rosca que nos inunda, según la idea original del villenense Rulo Pardo, autor, protagonista, ágil director y miembro vital de la compañía Sexpeare, creada en Madrid hace veintitrés años y de la que hemos podido ver For sale o Solomillo, una historia poco hecha, interpretada por el alicantino Fele Martínez, que ahora maneja el bajo y canta el rap de una cama. Verónica Ronda, Jorge Rueda, Cristina Gallego y otros nutren el pintoresco grupo. Entremedias de las canciones que se integran, la dramaturgia (poco amueblada) nos ofrece el enjuiciamiento a Pino, cuyo abogado es Pepito, y surgen cuestiones secundarias con esta troupe de frikis. Las notas musicales incluyen algunos fragmentos de Grease, Fiebre del sábado noche, Jesucristo Superstar o My way, que cantaba Sinatra. Y un amplio despliegue de luces. El hacer posturas con un armario es el detonante para condenar al travieso y desobediente acusado. Se palpa el paralelismo con el final que planeó Collodi para su Pinocho, morir colgado en un árbol, antes de que el editor impusiera un tono más infantil. Tosquedad y fuegos artificiales, en suma, en este fin de temporada y prólogo de Hogueras.

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