Los filibusteros son los piratas del siglo XVII; algunos practicantes actuales del filibusterismo también son anteriores a la Ilustración y a la revolución francesa. Pero el filibusterismo no se refiere a los piratas del Caribe, el sustantivo que se va a sustanciar en los próximos meses con demasiada frecuencia será el filibusterismo parlamentario, o sea el obstruccionismo parlamentario sistemático utilizando los reglamentos de las cámaras. Es una táctica legal cuyo objetivo es trabar la actividad legislativa. En el Congreso norteamericano es una táctica frecuente que ha llevado incluso a algún senador a intervenir durante horas en comisión. Vosotros haced las leyes y a mí dejarme los reglamentos. La frase que atribuyen a Napoleón, se la pueden aplicar, pero dándole la vuelta a Pedro Sánchez. El nuevo presidente puede hacer los decretos, pero los reglamentos del Congreso y Senado están hechos por la derecha y los aplica la derecha. El relevo en la presidencia del Gobierno no implica el relevo en el resto de los poderes.

El Consejo del Poder Judicial en teoría termina este año su mandato de cinco años, siempre que Congreso y Senado reúnan 3/5 de los votos podrán elegir diez vocales de consenso que les corresponde elegir a cada cámara, de entre los que propongan las asociaciones profesionales; si no hay acuerdo la situación actual puede perpetuarse como pasó con el Consejo anterior. La Comisión Permanente del Consejo la integran ocho miembros incluido el presidente, Carlos Lesmes (elegido en 2013), ahora son siete, tras el nombramiento de Grande-Marlaska como ministro, lo que puede variar la correlación de votos. Lo veremos, aunque seguro que la exvocal del Consejo Margarita Robles, la ministra de Defensa- y del CNI, Centro Nacional de Inteligencia- sí lo sabe. Si los conservadores conservan la mayoría en el Consejo no habrá consenso para reunir los 3/5 de las Cámaras y el PP bloqueará la renovación como le hizo a Zapatero en el período 2001-2006 retrasándola hasta el 2008. Se puede producir un nuevo bloqueo parlamentario en la renovación del Poder Judicial.

Algo parecido puede pasar en el legislativo. La presidenta del Congreso lo es para toda la legislatura y el del Senado también, máximo hasta el 2020. El control del PP de la Mesa del Congreso, y del Senado, de la junta de portavoces y casi todas las mesas de las comisiones le permite administrar los tiempos. Incluso, como ha ocurrido con las proposiciones del Congreso durante el Gobierno de Rajoy, mantener leyes en coma profundo los meses que estimen oportuno: los plazos de enmiendas se prorrogan sine die, se retardan las convocatorias, se eternizan las intervenciones. Es filibusterismo parlamentario, anótense el nombre porque en los próximos meses puede llegar a verbo de tanto conjugarse. El ejecutivo de Rajoy demostró en sus veinte meses de ejercicio que no hace falta producir ley alguna para sobrevivir. Basta con pactar presupuestos.

Al perder el Gobierno han trasladado las trabas parlamentarias a la tramitación en el Senado de los Presupuestos Generales del Estado: se retrasa el plazo de presentación de enmiendas, se presentan enmiendas a troche y moche, se amplian los tiempos de intervención y se dilatan las convocatorias de comisiones y plenos. Luego intentarán culpar al gobierno socialista de que no se aprueben los presupuestos «mejores de la historia», incluida la subida de las pensiones. Puede calificarse de inmoral, pero es legal. Una vez aprobados el Congreso tirará para atrás todas las enmiendas añadidas, y prevalece el presupuesto que aprobaron. Pero hasta la aprobación definitiva pueden pasar meses.

Al gobierno Sánchez le queda legislar por decreto-ley por el trámite de urgencia. En ese caso, los proyectos deben someterse a votación en un plazo máximo de treinta días. Presentar como decreto-ley todas las propuestas aparcadas por el gobierno del PP será el atajo. También es legal. Propuestas como: anular determinados artículos de la «ley mordaza»- Ley de Seguridad Ciudadana- y la modificación de 2015 del Código Penal, la de reforma laboral, la de RTVE, la de igualdad salarial entre hombres y mujeres, el impuesto al sol, la reforma de la de Memoria Histórica, son algunas de las aparcadas por el Gobierno Rajoy, y en algunos casos votadas hasta por Ciudadanos. El Gobierno tendrá que intentar que C's y el PP voten distinto; también a estos les interesa marcar sus diferencias. Las relaciones con las Cortes, a cargo de Carmen Calvo, con el resto de grupos es una tarea de filigrana. Eso marcará la marcha del Gobierno.