Owen Wilson es un actor norteamericano que con brillantez y acierto protagoniza la película Medianoche en París, dirigida por Woody Allen, y que trata sobre un joven guionista y aspirante a escritor que necesita inspiración para su primera novela, y que durante una estancia en la capital francesa, descubrirá en la medianoche el encanto de la urbe.

Lo que hará que a través de los viajes en el tiempo que le llevaran a los dorados años veinte, conozca a los artistas y personajes que frecuentaban en aquella época las fiestas nocturnas de la ciudad.

Y es en ese periplo donde el protagonista tomará la decisión de dejar todo lo que tiene, para encontrar nuevos anhelos e ilusiones, hallando los estímulos necesarios para incentivar su imaginación como escritor, y para desarrollar su identidad como persona.

A lo que contribuyen escenarios que recorren los personajes y que resultan tan fascinantes como el Palacio de Versalles o el Museo Rodin, o la Basílica del Sacre Coeur, o el Moulin Rouge, mientras se desenvuelve esa historia que lleva a su protagonista con dudas sobre su talento y su relación de pareja, a descubrir un nuevo amor e ilusionantes proyectos.

Que, en general, refuerzan la creencia de que la inspiración requiere esfuerzo y trabajo, lo que hace en ocasiones que muchas personas capaces de desarrollar su ingenio, no lleguen a realizarlo, por lo que, a la necesaria transpiración, deberá añadirse el objetivo y la esperanza de encontrar la luz de la inventiva.

Y me gusta partir de la idea de que todos somos fecundos, y que existen distintas técnicas o habilidades que nos pueden ayudar cuando necesitamos estímulos o alientos, como puede ser visualizar a quienes se admira por diferentes razones, planteando como resolverían ellas determinadas situaciones o incógnitas. O realizando inmersiones en ambientes creativos, que permitan encontrar imágenes nuevas que nos ayuden a salir de un posible bloqueo, visualizando los ideales de estilo que reflejen aquellas intenciones perseguidas, pues cuando tienes una buena perspectiva, eres consciente y tu singularidad te lo revela y transmite. Como sucede en Medianoche en París, cuando el protagonista logra escapar de su rutina y viajar todas las noches a compartir quimeras y ambiciones con los intelectuales que se afincaron en esa época en la ciudad de las luces.

Como Ernest Hemingway, o como Luis Buñuel, o como Cole Porter, y algunos otros que charlarán con él, transmitiéndole la magia necesaria para evadir la nostalgia y hasta para conocer a una sensual musa.

Sencilla, elegante, femenina, natural.

A la hermosa Marion Cotillard, y a través de ella la inspiración y el amor.