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¿Cuarto poder?

Mucho más que un partido

Ocho años en el mundo del deporte de alta competición -como en la vida en general- son una eternidad. Es el tiempo transcurrido desde el último ascenso celebrado a lo grande en esta ciudad. Fue el 19 de junio de 2010 cuando el Hércules subió a Primera en Irún; y no entraremos en asuntos «sobrecogedores».

Desde esa fecha hasta hoy, muy pocas buenas noticias ha recibido el deporte profesional en Alicante. Al contrario. El Hércules bajó ese mismo curso con una deuda gigantesca y ahora pena por la Segunda B bajo amenaza seria de liquidación. En el fútbol femenino, el Plaza de Argel se ha quedado otro año sin su ansiado ascenso a la Liga Iberdrola.

En el caso del baloncesto, el Lucentum pasó de disputar los «play-off» por el título de la ACB y la Copa a la desaparición y refundación tras la pésima gestión de la directiva y el Ayuntamiento que acabó con una condena judicial.

En el mundo del balonmano femenino desapareció el Mar Alicante tras disputar la final de la Recopa en 2011; y en el atletismo, el Club Benacantil abandonó la élite huérfano de apoyos.

Es cierto que deportistas individuales como Alejandra Quereda y María Bernabéu mantienen muy alto el pabellón y que la salida de la Vuelta al Mundo a Vela y el retorno del World Padel Tour son acontecimientos masivos de primer nivel, pero la sensación de derrota y melancolía es mayoritaria entre las decenas de miles de aficionados al deporte.

Por todo ello, el partido de esta noche del HLA Alicante -el Lucentum refundado con tanto esfuerzo como acierto por Toni Gallego, Daniel Adriasola y Miguel Médicis- trasciende lo meramente deportivo y toca la fibra emocional de toda una ciudad muy necesitada de autoestima entre tanta depresión deportiva y convulsión política e institucional.

El Pedro Ferrándiz volverá a llenarse esta noche como en los mejores tiempos del Lucentum. Es sabido que en Alicante nos subimos con entusiasmo al «carro ganador», pero el alma y la esencia del baloncesto han seguido vivas en la ciudad con ejemplos como el de la peña Kali Nord o los casi 200 entusiastas que viajaron el domingo a Madrid.

De modo que Varela y sus chicos disputan hoy mucho más que un partido: reciben al Canoe, pero también juegan contra la fatalidad para brindar una alegría colectiva, catártica y liberadora.

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