El volcán hawaiano Kilauea está de actualidad al haber entrado, una vez más, en erupción. A comienzos de este mes de mayo empezaron a detectarse repetidas sacudidas sísmicas en su entorno que alertaron a la población y el jueves día 3 un terremoto de magnitud 5 en la escala de Richter anunció el preámbulo de una calamitosa actividad volcánica. Los días siguientes, nuevos y potentes sismos acompañaron a una nube kilomé- trica de cenizas y a la emisión de lava y gases de olor asfixiante, entre ellos el dióxido de azufre. Desde entonces se han abierto una veintena de grietas, que surgen por doquier, por las que vomitan lavas incandescentes junto a gases irritantes y tóxicos. El suceso obligó a la evacuación de unas 2.000 personas, destruyendo docenas de viviendas. Las fisuras por las que mana la lava continúan expandiéndose y los ríos de lava se propagan sin control ¡Parece imposible parar la fuerza de la Naturaleza! El Servicio Geológico de Estados Unidos acaba de elevar la "alerta roja". El edificio volcánico en cuestión se encuentra al sureste de la isla de Hawai, la más oriental de una cadena lineal, casi continua, de islas y montes submarinos, con orientación NO-SE, que se extiende por la parte central del océano Pacífico, a lo largo de 2.450 kilómetros, conocido como "archipiélago hawaiano". La actividad efusiva del Kilauea se viene observando desde el año 1823, fecha en la que se iniciaron los registros, y desde entonces se han producido más de 50 erupciones de rocas de naturaleza basáltica. Las emisiones lávicas se repiten periódicamente, siendo famosa la registrada en 1960; empezó a lo largo de una fisura de unos 6 kilómetros de longitud en la que se formó una espectacular "cortina de fuego" que alcanzó un centenar de metros de altura. Lo habitual es que se produzca un tiempo de inactividad al que siguen etapas cortas con expulsión aérea de lavas ricas en gases. Otro momento cumbre del dinamismo volcánico se produjo en 1986, al abrirse una nueva chimenea de 3 kilómetros y emitir coladas de lava que alcanzaron el mar, agrandando paulatinamente la isla con nueva superficie. El magma incandescente de los volcanes de la isla de Hawai, que suele alcanzar los 1.200 ºC, debido a su menor contenido en sílice, suele ser muy fluido. Las coladas fluyen con facilidad formando láminas delgadas y anchas que asemejan a los torrentes fluviales. Las velocidades de desplazamiento más frecuentes de la lava, pendiente abajo, son de 100 a 300 metros por hora, aunque ocasionalmente pueden ser mucho mayores. Cuando solidifican los fundidos suelen formar una corteza relativamente lisa que se arruga a medida que la lava situada debajo de la superficie, todavía derretida, sigue avanzando, dando lugar a lo que se conoce como "lavas cordadas". El Kilauea, al igual que su vecino Mauna Loa, pertenece a la categoría denominada "volcanes en escudo", así llamados porque se producen por acumulación de lavas basálticas fluidas y adoptan la forma de un gran domo que recuerda la forma del arma defensiva de un guerrero. El colosal amontonamiento lávico, desde su base en el fondo marino hasta lo más alto del cráter llega a alcanzar los 9 kilómetros, superando de este modo la altitud del monte Everest. Las mediciones radiométricas efectuadas sobre las estructuras del archipié- lago hawaiano demuestran que la edad de los volcanes aumenta del sureste (donde se encuentra Hawai) al noroeste, anotándose los siguientes intervalos de tiempo: Hawai (de 0,7 millones de años hasta la actualidad), Maui (inferior a 1), Molokai (1,3-1,8), Oahu (2,2-3,3), Kauai (3,8-5,6) y, ya en el límite más occidental, Midway (27 millones de años). Ocurre lo mismo que singulariza a nuestras Islas Canarias, que tampoco se formaron a la vez, siendo las orientales las más antiguas (Lanzarote y Fuerteventura) y rejuveneciendo la edad hacia el occidente hasta alcanzar La Palma y El Hierro, ocupando ésta el último lugar de nacimiento, cuyo último dinamismo se manifestó como un volcán submarino entre 2011 y 2012. Cabe preguntarse ¿por qué ocurre esto? La moderna teoría de Tectónica de Placas admite la existencia de puntos calientes ("hotspot", en inglés), es decir áreas de intensa actividad volcánica no asociada a zonas limítrofes de las placas tectónicas -donde se produce de manera habitual el vulcanismo-, sino que corresponden a lo que se conoce como "plumas del manto", una especie de diapiros de lava a alta temperatura que asciende por convección produciendo volcanes en la superficie. En el caso que nos ocupa, la comunidad geológica está de acuerdo con la existencia de una pluma ascendente de material del manto debajo de la isla de Hawai, cuya manifestación es un punto caliente, o sea, un área volcánica con un flujo térmico elevado y un abombamiento cortical. Conforme la placa del Pacífico -compuesta totalmente por corteza oceánica- se movió sobre este punto caliente, se formaron sucesivas estructuras volcánicas representadas por las diferentes islas del archipiélago y los montes submarinos con ellas alineados. La edad de cada ínsula indica el momento en el que estuvo situada sobre la pluma mantélica, que se ubica relativamente de forma estacionaria. Hace 27 millones de años, cuando Midway estaba situada en la vertical del punto caliente, era la única isla hawaiana del archipiélago, luego se fueron gestando las demás. Las "huellas" del punto caliente marcan así la dirección del movimiento de la placa sobre la que se asienta, en este caso, hacia el sureste.