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Marc Llorente

Perpleja mirada

Llega, saluda y recibe el primer aplauso de la noche sin despeinarse. Después sí. Se atusa el indómito pelo repetidas veces, y el flequillo y las gafas describen al personaje una vez más. La «stand-up comedy» o comedia en vivo se apodera del numeroso y joven público, especialmente, con agudas observaciones cotidianas. El popular Luis Piedrahita se ríe de los lugares comunes. Campea el inteligente humor, con sus dobles sentidos, y saca a la luz las incongruencias y las conductas automatizadas. Contar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad suele ser muy gracioso. Así, Piedrahita lanza su perpleja mirada al mundo, extrae conclusiones, ironiza y lo cuenta. «La vida es como un hotel, un sitio en el que vas a estar poco tiempo y tienes que llevarte todo lo que puedas». El tiempo y la espera invaden el monólogo con los entresijos de la condición humana y la flauta vocal del certero Luis Piedrahita. Vivir es esperar una cosa u otra. Todos somos desconfiados. Y la comicidad y sus rasgos poéticos, balsámicos y filosóficos entretienen y estimulan la reflexión. Fluye la risa liberadora e hilvana ideas sobre las costumbres. «Vivimos en la mirada del otro», puntualiza. Necesitamos ver, que nos vean. Improvisa cuando hace falta, como durante el apagón que tuvo lugar en el coliseo alicantino, y ese irrepetible problema lo convierte en magnífica oportunidad. Pregunta a los espectadores, y las réplicas dan en la diana. Recuerden una canción que dice: «Los amigos de mis amigas son mis amigos». Aquí, sin embargo, el título del espectáculo es Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas. No se habla de eso, pero sí de pequeñas cosas. «Antes de que el marcapáginas se inventase, los libros había que leerlos de un tirón», o lo de «las polillas son mariposas cansadas». Nadie quiere tropezar en un ascensor con otros individuos, porque «la amistad impuesta no funciona». Pese a que transiten momentos donde la circulación baja, Luis Piedrahita navega por los mares de la mejor tradición humorística española, actualizada, y advierte: «Nos pasamos más horas aguardando los acontecimientos que viviéndolos». Esperar, en suma. «Espero que lo hayáis pasado bien».

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