Nino había hecho hasta ahora méritos más que suficientes para entrar en el olimpo de las grandes leyendas del Elche. Pero tenía y sigue teniendo una espina clavada como es el descenso de la temporada pasada. Al almeriense no le vale otra cosa que regresar con el equipo de su corazón a la categoría de plata. A sus 38 años, que cumplirá el próximo domingo, se siente en la obligación de devolver a la afición todo el cariño y veneración que le muestra. Además, sintió, como una auténtica puñalada, cuando a principios de enero, desde el club se barajó la posibilidad de que abandonase el Elche y dejase un escudo que siempre ha llevado en su pecho orgulloso. Almeriense de nacimiento, pero ilicitano por los cuatro costados, merecía un partido como el de ayer. El Elche estaba a punto de tener que obrar un milagro para seguir con el sueño del ascenso. Muchos lo daban ya por perdido. Pero salió Nino, en el minuto 58, poco antes la grada ya pidió su presencia, y lo que era casi una utopía se convirtió en realidad. Dos golazos como dos soles, de los que sólo él sabe marcar, pusieron el Martínez Valero patas arriba y dieron a los franjiverdes una victoria en el tiempo de prolongación que permite ver las cosas de otra manera y afrontar con mucho más optimismo el partido de vuelta en Gijón. Pero no todos los días va a ocurrir lo de ayer y va a aparecer Nino para abrir camino entre los mares. Pacheta y sus hombres deben aprender del encuentro de ida frente al Sporting B. En Mareo se va a sufrir y mucho, como dijo el entrenador después del partido. El filial cuenta con jugadores de mucha calidad y, además, saben jugar los partidos y tienen una experiencia impropia de su edad. La línea a seguir es la de la segunda parte. Estar fuertes en defensas, no conceder atrás y evitar cualquier despiste. El resto seguro que llega porque el conjunto ilicitano tiene calidad y gol de sobra. Queda un paso menos, pero ayer el Elche estuvo grogui hasta que apareció el más grande.
