Nada menos que 18 años han pasado ya de aquel glorioso 2 de junio en el que el Lucentum consiguió su primer ascenso a la ACB. El club de Paco Pastor pasó de niño a adulto tras esa mítica eliminatoria ante el Lleida de Lucas Victoriano. Calderón, hoy en las Finales de la NBA, jugaba en el equipo alicantino, aunque el protagonista acabó siendo David Gil y sus triples decisivos. Nunca ha vuelto a estar el Centro de Tecnificación como aquel día. El Lucentum de Andreu Casadevall forzó el quinto partido de la serie en Alicante tras un cuarto duelo en el pabellón Onze de Setembre de lo más caliente. Era la final de las finales y la gente enloquecía con aquel partido. 18 años después, y tras haber renacido de las cenizas, el Lucentum vuelve a estar en una situación parecida aunque en una categoría inferior. Vivir una lucha por el ascenso en un quinto partido puede colocar perfectamente en el Pedro Ferrándiz el cartel de «no hay billetes» y saborear una noche mágica del club alicantino. Pero para ello, el equipo no puede fallar esta tarde en la pista del Canoe. Se trata de salvar el «match ball» para volver a tener todo de cara. Son los momentos que le gusta vivir al Lucentum y a su afición. A mayor sufrimiento más se disfruta y más afición se crea. Nada mejor que ascender en Alicante. Sólo dos pasos para regresar a la LEB Oro, una categoría que sabe a gloria después de haber escalado desde la Primera Nacional. Por cierto, la peña Kali no falló y acompañó al equipo lucentino en aquellas catacumbas del baloncesto español. Y no queda tan lejos en el tiempo cuando el club de Toni Gallego, Daniel Adriasola y Miguel Médicis trataba de levantar el baloncesto en Alicante tras el duro varapalo sufrido en los despachos. Ahora se bordea restaurar la categoría perdida con un club sin deudas, una afición que se está recuperando y un Lucentum que cada vez comienza a sonar con más fuerza en el panorama nacional. Por todo ello es clave ganar esta tarde y forzar un quinto partido que nadie duda de que será una gran noche en el Pedro Ferrándiz. Una derrota hoy supondría un golpe moral importante, pero nadie lo permitirá porque la historia le debe una fiesta a Alicante.
