«-Nada está escrito».

De la película «Lawrence de Arabia» (1962).

Tercer aniversario del gobierno plural y de progreso, y ellos y ellas con esos y esas pelos y pelas. La cuestión es que, así como quien no quiere la cosa, han llegado los socios de la tríada local a la recta final de su cohabitación. «Alcalde, ¿qué tal si para festejar estos tres intensos años de convivencia en armonía y fraternidad encargamos una tarta hecha con harina integral de cultivo biológico y huevos de gallinas que corretean libres en el campo, criadas con música de Vetusta Morla y Christina Rosenvinge, y unas velitas de cera virgen 100% de abejas autóctonas de colmenas ubicadas junto al paraje natural del Pantano, procedente de apicultura sostenible e inclusiva?», inquirió Mireia Mollà al término de la última junta de gobierno, con su habitual sonrisa etrusca. Carlos González le dirigió una de sus también habituales miradas de soslayo (más bien de escorzo), como espetándole: «¿Crees que estamos para fiestas? ¿Qué c... [jolines] vamos a celebrar? ¿Que el Mercado Central, el hotel de Arenales, el PGOU, el edificio de El Progreso están absolutamente atorados y lo más seguro es que sigan así lo que queda de legislatura? ¿Que Icomos nos amenaza con quitarnos el Patrimonio del Misteri? ¿Que nos han paralizado el proyecto de peatonalización de la Corredora, ese que tanta prisa tenías en adjudicar y que todo el mundo iba a aplaudir?...». Eso es lo que pensó, pero lo que le respondió a la jefa compromisaria fue: «Me parece una idea excelente, pero que no lleve mucho merengue participativo, que me sube la bilirrubina». Sin embargo, Jesús Pareja no se mostró por la labor si no le garantizaban que fuera una «tortà d'Elx», con su almendra molida incluida. «Yo me abstengo o voto en contra. O a favor, incluso», advirtió frunciendo con fruición el frontispicio frontal. «Siempre desde la lealtad pastelera, por supuesto», apostilló.

Pero pese a lo que pueda parecer y a los recurrentes contratiempos, el gobierno trino y uno se encuentra en plena forma y con la misma ilusión que el primer día; bueno, el primer día de su segunda etapa del tercer ciclo catalítico (de catas). El alcalde asegura sentirse con una solidez y una fortaleza política que ni te cuento, reforzado y respaldado por los miembros de su gobierno, por la ciudadanía en general y por su propio partido en particular, según relató en estas páginas. Estupendo. Sin duda habrán tomado buena nota de ello los ediles socialistas críticos, los militantes que no apoyaron la candidatura a la ejecutiva que él encabezó como presidente, y los ciudadanos que le paralizaron el proyecto de peatonalización de la Plaça de Baix y la Corredora. Es reconfortante ver a nuestra primera autoridad con ese nivel de moral y autoestima, señal inequívoca de que aspira a repetir en el cargo, como también ha explicitado.

No está de más que insista en ello, no solo para general conocimiento, sino pensando especialmente en quienes le dan ya por amortizado por el simple hecho de perder una votación interna (y algunas cosas más, pero no entremos ahora en ello). González sabe que está en manos de su querido enemigo y nuevo secretario general Alejandro Soler, que con un simple movimiento de ceja (la izquierda, para más señas), lanzará a sus huestes a pedir primarias y a proponer un candidato alternativo, con mucho visos, evidentemente, de salir elegido. Pero sabe también que el PSOE no es un partido propenso a defenestrar alcaldes en ejercicio, si no es por razones de fuerza mayor o caída en desgracia y/o escándalos. Soler, sin ir más lejos, repitió en 2011 al frente de la lista municipal del PSOE -con el resultado ya conocido- pese al enorme desgaste que le causó durante su mandato el caso de las facturillas díscolas (además de Zapatero y la noria-mirador, todo hay que decirlo).

En medio de este debate, salta a la calle (casualidades de la vida política o un claro epifenómeno del más puro materialismo eliminativo) una encuesta que encargaron los socialistas y que, como era de esperar -a tenor de quien paga el encargo demoscópico-, apuntan a una mejora de los resultados en 2019 para el PSOE, y en la que -oh, sorpresa- Carlos González es el líder político local mejor valorado (lo cual no es de extrañar, incluso sin pagar la encuesta, visto el panorama). Hay quien se lo cree y también quien se ríe a carcajadas. Y hasta quien piensa que el Elche subirá a Segunda. Todo respetable. Los demás seguimos a la espera y expectantes.

A todo esto, cuando llegó la tarta de aniversario a la Alcaldía, con sus velitas biodegradables y su merengue con estevia, los miembros del equipo de gobierno se habían marchado a sus respectivas ocupaciones. Tras juramentarse al grito de «¡¡Uno y una para todos y todas, y todos y todas para uno y una!!» salieron de estampida para seguir rescatando a personas y haciendo de Elche una ciudad más sostenible, participativa e igualitaria. González se quedó en su despacho meditando sobre por qué a él lo cuestionan y, en cambio, Pedro Sánchez ha acabado de presidente del Gobierno. Por su parte, Mireia partió en bici hacia la playa con una red de pesca con mango telescópico a la caza de carabelas portuguesas, pero se le pinchó la rueda trasera por Maitino y no tuvo más remedio que quedarse a almorzar en un ventorrillo.

Finalmente, fueron Pablo Ruz y David Caballero, que pasaban por allí, quienes acabaron repartiéndose la tarta. «Pero solo para que no se eche a perder», explicó el compungido popular. «Rentabilidades pasadas no presuponen en ningún caso rentabilidades futuras», acotó el portavoz ciudadano. Anotado queda. ¡Viva Honduras!