Estas líneas están dedicadas a los fumadores. Para ellos dos mensajes: uno, que hacen un mal negocio, porque aparte de que gastan mucho dinero, dañan su salud, y otro es que pueden salir de esa droga.

Posiblemente recuerde que Sarita Montiel cantaba un cuplé que decía: fumar es un placer? Yo eso no lo discutiré, pero añado que es un placer efímero, y que los daños que produce son permanentes. Los fumadores sólo disfrutan, saborean, uno o dos de los cigarrillos que fuman al día, el resto los queman de forma automática sin percibirlos.

El tabaco es una droga, aunque esté socialmente aceptada. Sabemos que la nicotina que tienen causa adicción, les empuja a seguir fumando. Y los otros cientos de sustancias, entre ellas hidrocarburos cíclicos, causan los restantes efectos nocivos que tiene el fumar.

Decíamos que los daños que causan son duraderos y lo más importante es que son muchos, y en muchos órganos del cuerpo. El humo del tabaco, al aspirarlo, llega calentito al pulmón, hace que haya menos oxígeno en el aire y las miles de sustancias contenidas en esa planta. Desde el pulmón pasa a la sangre y entonces daña los tubos, las arterias que la llevan a los diferentes puntos de nuestro cuerpo. Favorece que aquellas acumulen grasa en sus paredes, entonces tiene menos calibre para que la sangre circule por su interior, se hacen rígidas. Es lo que llamamos arteriosclerosis, que supone la primera causa de muerte por enfermedad en nuestro país. Si la lesión se localiza en las arterias del cerebro producen ictus, que es la primera causa de muerte de las mujeres. Puede ser que estas se rompan (ictus hemorrágico) o se tapen, (ictus trombótico). Incluso en el cerebro por daño de las pequeñas arterias favorece la aparición de demencia.

Si afecta a las arterias del corazón, el sujeto puede tener una angina de pecho, es decir lesiona la pared de ese órgano o un infarto de miocardio, en el que llega a destruirla. Ésta es la primera causa de muerte por enfermedad para los hombres.

Cuando se dañan las arterias que llevan la sangre a las piernas estas lo hacen con dificultad; el sujeto, cuando camina, puede tener dolor en los músculos de las piernas, y necesita pararse para que éstos reciban más sangre y mejor oxigenada, y con ello les deje de doler. Son personas que parece que van mirando escaparates, pues con frecuencia se paran al andar. Si el cuadro es más grave y no llega la sangre a esa zona puede haber gangrenas, es decir tejidos muertos que obligan a que al afectado se le amputen los dedos, o las piernas, según la localización de la enfermedad.

Fumar también favorece la aparición de tumores malignos, fundamentalmente de pulmón, pero también en otras localizaciones: labio, lengua, vejiga o próstata. Si se encuentra a alguna persona que lleva una cánula en el cuello, casi siempre se debe a que el tabaco, en muchas ocasiones asociado al alcohol ha dañado su tráquea. Lo cierto es que los tumores son la siguiente causa de muerte por enfermedad, tras el daño de las arterias.

El tabaco también daña a los bronquios y el pulmón. Produce bronquitis crónica y enfisema, enfermedades que incluimos dentro del epígrafe de EPOC, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, pues los afectados tienen dificultades para respirar, se asfixian o se ahogan; al inicio sólo cuando hacen esfuerzos, luego incluso en reposo, y también pueden dificultar la circulación de la sangre haciendo que fracase la función del ventrículo derecho, entran en insuficiencia cardiaca, y llenan de agua sus piernas o su abdomen (ascitis). Incluso necesitan respirar oxígeno puro, en una proporción mayor de la que tiene el aire, para ello lleva mascarillas y bombonas de él.

Al fumar también sufre el aparato digestivo. El tabaco aumenta su producción de ácidos, y la aparición de úlceras de estómago o duodeno se ve favorecida. En el abdomen los vasos pueden dañar el mesenterio que es como una membrana que les lleva al intestino. Su lesión puede hacer que esa parte del tubo digestivo se destruya.

Igualmente se daña la sangre, pues al llevar los contenidos del tabaco, y menos oxígeno, los órganos del cuerpo piden a la médula ósea que produzca más hematíes, más glóbulos rojos que son los transportadores. Entonces el enfermo tiene mayor número de ellos, lo llamamos poliglobulia. Entonces su sangre es más viscosa, cuesta más trabajo moverla y puede coagularse dentro del vaso. Causa lo que llamamos trombosis.

Si se fuma durante el embarazo el recién nacido recibe menos oxígeno por la placenta, y el número de partos prematuros aumenta. Dejarlo disminuye el número de muertes súbitas del neonato.

Los daños por el tabaco no acaban ahí. El fumador habitualmente percibe menos los olores, y disminuye su capacidad de gustar, su aliento huele mal, también reparte ese olor allí donde se encuentra y, lo que es peor, hace que lo respiren los que allí están; les convierte en fumadores pasivos, es decir que sin fumar tienen más posibilidades que el resto de sufrir las enfermedades que hemos comentado.

El segundo mensaje que mandamos es que ese hábito se puede abandonar. Algunos lo deciden y pueden hacerlo bruscamente. Otros disminuyendo el consumo cada poco tiempo hasta suprimirlo.

Puede que les ayude pensar que van a ahorrar dinero, y en qué van a gastarlo, y sobre todo que van a ganar mucho en salud. Pronto recuperan el olfato y el gusto. Después las posibilidades de los daños en los pulmones, o resto de aparatos. Les ayuda el pensar que cada vez están más limpios, y les conviene no acudir a lugares donde se fuma. Es magnífico que si su pareja lo hacía se pongan en marcha juntos para abandonar el hábito. Existen múltiples medicamentos que ayudan a dejar la adicción consulte con su médico o neumólogo. Algunos hospitales tienen unidades específicas.

Los beneficios son independientes de los años que tenga el fumador o el tiempo que lleve fumando. Todos ganan. Así ¡deje ya el tabaco!

* Oscar Torregrosa, médico internista del Gospital General universitario de Elche, y Jaime Merino, internista jubilado.