Estamos como los boxeadores cuando les han dado tantos golpes que ya no saben ni entienden y están noqueados. Esa es al menos la única explicación que me cabe ante la tímida respuesta que desde el resto de España se está dando a la deriva independentista catalana. Nuestra pasividad es comprensible, aunque no está justificada, si tenemos en cuenta lo acomplejados que siempre hemos estado con lo del franquismo de cara al resto de Europa. Este complejo nos ha llevado a la necesidad permanente de explicar que aquí tenemos una democracia. También nos ha hecho por ejemplo no airear la noticia de la otra «manada», que violó en grupo a una chica en Alicante hace unos días, por miedo a que se nos tache de xenófobos porque los acusados son argelinos. Somos unos huevones, en su doble significado según la RAE. Mal comparado, a los alemanes no se los ve tan acomplejados por el nazismo ni pidiendo perdón a cada momento, y mira que era para que estuvieran bien calladitos, sino que, muy al contrario, se han hecho los amos del cotarro.

Los indepes han aprovechado las redes sociales en su beneficio, creando una corriente de simpatía a su favor en muchos puntos de Europa. A ver si ahora somos más listos los demás y difundimos el pensamiento supremacista y racista del nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Torra. Es una marioneta en manos de Puigdemont, pero en sí mismo peligrosa, sobre todo porque parece que hayamos perdido la memoria.

Yo creo que ya está bien de tanta atonía. Si TVE manda a dos fervientes independentistas a representarnos a todos a Eurovisión, que no se sorprenda si luego nos solazamos con los memes del camión de mierda que se comieron. Fíjense si aquí tenemos libertad de expresión, que ni insultándonos les privamos de ir al concurso. Ya que por desgracia no nos pueden expulsar de Eurovisión, que ya nos gustaría a más de uno para que dejáramos de hacer el ridículo de una vez, al menos nos hemos divertido con el patinazo de ese Fred- Gonzo escapado de los Teleñecos y de la niña calenturienta queriendo engañarnos con letra virginal. Hija de mi vida, ni con la Celestina ni todos los santos del cielo tratando de borrar tu Instagram eras creíble en esa pose. Parece que Europa se mueve por sentimientos, si no díganme lo de la inefable canción de la gallina Caponata que ganó, dando pena por sus lorzas. Y es que hay que saber sacarse partido, pero España en esto está en pañales.