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Manolo Alarcón

Opinión

M. Alarcón

Tres años en política

Un concejal (cualquiera) de un municipio (cualquiera) ha interpelado esta semana a un compañero dándole lecciones de periodismo y añadiendo un mensaje amenazador con una de esas consabidas frases de: «Sólo sabéis sacar cosas malas, no nos dais nada bueno, ya vendréis a buscarnos...». Uno podría pensar que era un exceso de confianza en el edil y que, en realidad, no existía mala fe si el tono no hubiera sido el que fue. Llamé al edil para buscar alguna explicación después de tres años en los que, aparte de vender fotografías en las que siempre salía posando con los suyos (o incluso con sus rivales) y daba lo mismo si era porque había entregado un lápiz o había ido a visitar unas obras, no había vendido nada de gestión al frente del Ayuntamiento. Eso sí, después se quejaba no sé de qué.

Uno se para a pensar cómo hace tres años ese mismo concejal (o cualquier otro) llegó a la política, tan tierno que ni le salía la voz ni era capaz de hilar un par de frases seguidas, y ahora, acomodado en el sueldo público y a un año vista de las elecciones, no sé si iba buscando enemigos o pensando que coaccionar al pobre compañero que había ido a hacer su trabajo iba a revertir la situación. Si hubiera sido un caso excepcional no habría escrito nunca estas líneas. Pero no, personas incapaces en la gestión pública, erráticas a la hora de comunicar proyectos e ideas y mal asesoradas sacan los espolones buscando a un culpable de sus males después de tres años paseando ufanos por las calles de su pueblo -que se creen que son suyas- y pensando que todo el mundo a su alrededor les espera para saludarles con una sonrisa.

«Sí -pensé-, tres años es tiempo más que suficiente para que un político madure y pase por todas las fases que son necesarias para que alguien lo ponga de patitas en la calle», pero es que de estos hay tantos...

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