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El arrepentido

Es público que Modesto Crespo (Elche, 1943) es un hombre de profundas convicciones religiosas. Antes de que se descubriera que la CAM era un chiringuito financiero con pretensiones de pavonearse en Wall Street, sus enemigos (que ya los tenía de antes) utilizaban a menudo esa característica de la personalidad del empresario ilicitano para establecer todo tipo de paralelismos con personajes bíblicos. Siempre en privado, rara vez en público. Casi compadeciéndole, empezó como Job, por la paciencia que se le presumía al aceptar responsabilidades de primera línea a instancias de la Generalitat que presidía Zaplana. Al final, acabaron tratándole de Judas conforme engordaba su nómina de agraviados. Procedente del sector de la automoción y miembro destacado de la patronal del metal (Fempa), tuvo que elegir entre los dos bandos que se arrogaban el derecho a impartir formación y, por tanto, a manejar los jugosos fondos que repartía la Administración. Siempre ambicioso, apostó por Coepa, de la que era miembro de su comité, y dejó a Fempa en la estacada. Al metal le basta tener un argumento defendible para hacer estallar una revolución y no abandonar la lucha mientras le quede un soldado y munición. Y vaya si hubo revolución. Aquello fue el principio del fin de Coepa.

Siempre protegido por el zaplanismo, Crespo se convierte en presidente de IFA, luego de Coepa y hasta del Misteri. Mientras todo aquello ocurre, Fempa suma aliados a su causa y las evidencias que va encontrando sobre irregularidades en la gestión de la patronal van horadando la imagen de la confederación. Es el momento de cambiar de aires y llega la hora de la jubilación de Vicente Sala como presidente de Caja Mediterráneo. Zaplanistas y campistas ya no disimulan que no se soportan. José Joaquín Ripoll, la extensión de Eduardo Zaplana en Alicante, lo tiene claro: Crespo es su hombre para presidir la caja y evitar que Francisco Camps, que no acaba de encontrar aliados fiables en el territorio hostil de Alicante, coloque a una persona de su confianza para presidir la entidad financiera. Et voilà! El empresario apuesta a caballo ganador y se ofrece a Camps como esos futbolistas del Real Madrid que fichan por el Barça y aseguran ser culés de toda la vida. Deprisa y corriendo y asumida la traición, el zaplanismo arma una candidatura alternativa, pero pierde el órdago.

Modesto Crespo fue el primer presidente de la CAM en cobrar por ello. Hasta ese momento, había considerado que lo que otros llamaban traición, eran para él decisiones fundamentadas en la lógica y el bien común. Lleva tiempo pregonando su arrepentimiento. Ayer admitió el pecado y se confesó ante el fiscal. El lunes comienza el juicio y también su penitencia.

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