Sr./Sres Ladrón/es

Me permito escribirles esta carta dado que, por lo visto, nos han tomado por su almacén de monedas particular y que, con una frecuencia cada vez mayor, nos visitan para desvalijarnos las máquinas de refrescos y café que tan útiles son para nosotros.

No voy a contarles que el dinero de la recaudación de las máquinas lo utilizamos como fuente de financiación de pequeño material y para darles una gratificación a nuestros chicos al final de la semana, lo que, debido a sus actos debemos interrumpir a partir de ahora.

Tampoco les voy a comentar la sensación de indefensión que queda en nuestros chicos/cas cuando ven el estado en que dejan las máquinas y los comentarios que, por extensión, generan sobre otros supuestos riegos, a partir de sentir que han invadido su espacio de seguridad.

El motivo de esta carta es intentar mostrarle/s que sus actos son improductivos, absurdos, ineficaces y carentes de toda lógica: ¡vienen a robar a una institución que necesita habitualmente recibir dinero para su funcionamiento cotidiano!

Las máquinas de refrescos que utilizamos dan servicio a un grupo humano muy limitado: los integrantes de los Centros del Doble Amor apenas llegan a las cien personas en total cada día. Si tenemos en cuenta que la mayoría de ellos no hacen uso de las máquinas, la recaudación de su cajón de monedas es mínima e insuficiente para financiar cualquiera de las necesidades de un ladrón corriente. Por otra parte, desconociendo las interioridades del mundo de la delincuencia, imagino que, como en cualquier trabajo, el profesional intentará ser el mejor en «lo suyo», planteándose retos de superación pues bien, en este caso, debemos estar ante el último escalón de ese ranking puesto que van ustedes a lo más fácil, donde menos vigilancia pueden encontrar y con la menor cualificación a la hora de «reventar»las máquinas: destrozarlas a golpes y patadas es, cuando menos, poco elegante.

No espero que una nota de este tipo haga que devuelvan lo que nos han sustraído, ni que nos ayuden a reparar los efectos de sus actos, tampoco pretendo modificar sus principios morales, porque parece evidente que no los tienen y, además, supongo que nunca llegarán a leer esta carta. El verdadero objetivo de este escrito es pedirles que, de una p.... vez nos dejen en paz, que se olviden de nuestro Centro y se continúen con sus delitos, si eso es lo que quieren, lejos de nosotros porque estamos ya bastante cansados de sufrir sus consecuencias.

Atentamente.