Pude asistir el pasado viernes a la presentación en la Sede Ciudad de Alicante del libro El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación (Editorial Crítica) por parte de dos de sus autores, el historiador y catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, Ángel Viñas, y el doctor en Medicina y Cirugía y patólogo jubilado, Miguel Ull Laita, y con introducción del profesor de la Universidad de Alicante, Glicerio Sánchez, libro que cierra por fin la polémica surgida acerca de la nunca aclarada muerte del general Balmes, comandante militar de Las Palmas de Gran Canaria, el 16 de julio de 1936 cuando supuestamente se disparó con su propia pistola encasquillada tras realizar unos extraños ejercicios de tiro.

Todo lo que rodeó la muerte del general Balmes estuvo impregnada desde un primer momento de justificaciones turbias y de burdos intentos de esconder lo obvio. Que un general se fuera a un campo de tiro a probar armas y que se colocara en la pierna su encasquillada pistola con el cañón dirigido a su abdomen es algo muy difícil de creer. Si a ello le sumamos una autopsia plagada de errores y de términos para referirse a órganos y partes del cuerpo que jamás emplearía un médico y, menos aún, un médico especialista en Anatomía Patológica, ya sería suficiente para sospechar que no se trató de un accidente sino de un asesinato.

Sin embargo, a pesar de que un examen somero de las pruebas, de los documentos existentes y de las declaraciones de familiares, bastaría para poder asegurar que la muerte de Balmes fue un asesinato, los autores realizan un estudio pormenorizado como si se tratase de una investigación judicial que comenzando con los días previos a la muerte del general termina con un aclaratorio de la suerte que corrieron las vidas de los que estaban cerca y que dieron como buena la teoría del «accidente». Una investigación que al mismo tiempo que atrapa al lector gracias a una labor detectivesca obligándoles a pasar de una página a otra ofrece un estudio pormenorizado de pruebas documentales, periciales y testificales que dejan muy poco lugar a las dudas.

Fiel a su estudio de documentos primarios, es Viñas de esos escasos historiadores que cuando confirma el resultado de una investigación es porque lo ha documentado y probado. No se inventa teorías. Da igual que tenga ir a Inglaterra o a Rusia a revisar archivos de reciente desclasificación. Gracias a su condición de exembajador de la UE ante Naciones Unidas y a su capacidad de hablar varios idiomas puede entrar y salir de despachos y archivos que el resto de historiadores y pseudohistoriadores sólo pueden soñar hacer.

Supone ya una larga lista el número de obras escritas por Ángel Viñas en las que se desmonta, uno a uno, los mitos que alrededor de Franco se crearon durante la dictadura y que, después de la muerte del dictador, algunos seudo historiadores han intentado que pervivan. Con el interés principal de salvaguardar el honor militar del dictador Franco se crearon falsos mitos por parte de los historiadores de cabecera del franquismo. Así, se ha dicho que Franco no tuvo interés por el dinero. Mentira. Desde el primer momento creó sociedades para aprovecharse de las arcas públicas y generar una enorme fortuna de bienes inmuebles y dinero en efectivo que sus descendientes disfrutan hoy día. Se ha dicho también que gracias a Franco España no entró en la II Guerra Mundial. Falso también. Documentación recientemente desclasificada por el Reino Unido demuestra que hubo un masivo soborno a militares españoles por parte de los Servicios Secretos ingleses. Repito, demostrado con documentación y con recibís. Se ha dicho que Franco fue el artífice del llamado milagro económico español. Mentira. En los años 50 España estaba al borde la bancarrota, situación que obligó a Franco a implementar los planes económicos de desarrollo que le dijeron como ya hemos tenido oportunidad de hablar de ello en esta sección de opinión ( La ciudad oscura, diario INFORMACIÓN, 14/10/2016).

El grueso del libro gira, como es lógico, alrededor del análisis que se hace de la chapucera y torticera autopsia que se hizo del cuerpo de Amado Balmes. Tira de oficio Miguel Ull para desmontar cada una de las conclusiones a que llega la sedicente autopsia plagada de incongruencias médicas que echan por tierra la posibilidad de un disparo fortuito. Si aceptásemos como válidas las conclusiones del «informe» que se hizo sobre el cuerpo del general Balmes tendríamos que acudir a algo parecido a la teoría de la bala mágica del asesinato de John F. Kennedy, es decir, a una bala que se paseó por el cuerpo de Balmes y así poder justificar las lesiones del militar que ocultasen la única verdad: que alguien le disparó desde su izquierda, de arriba a abajo, ligeramente de adelante hacia atrás, para causar heridas mortales de necesidad afectando a órganos vitales y a arterias.

Durante el franquismo se tergiversó la historia convirtiendo un golpe de Estado contra un legítimo Estado democrático en una cruzada por la «defensa de la patria». Poco a poco se va conociendo la verdad de lo que pasó.