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Desde mi terraza

El valor del ser humano

Cada vez que veo representar la obra Calígula del autor francés Albert Camus, como se sabe uno de los grandes representantes del existencialismo en la literatura, salgo del teatro con una extraña sensación que es una mezcla de acumulación de reflexiones sobre temas esenciales, que en la obra brotan a borbotones sin que den tiempo a asimilar las frases. Y cuando este monumento teatral, tan intemporal como actual, se representa con la grandiosidad, coherencia y ausencia de todo adorno y perifollo como el montaje que acabamos de ver en el Teatro Principal, sale uno todavía más sobrecogido. Todo ello por obra y gracia de un director en estado de gracia, Mario Gas, que de nuevo acierta en la diana, coordinando de manera perfecta a los actores, que ofrecen unas interpretaciones sin fisuras, aunque destacando, claro, el personaje central interpretado por Pablo Derqui, actor al que vimos como Enrique IV de Castilla y predecesor de su hermana la reina Isabel la Católica en la serie televisiva Isabel, que consigue hacer olvidar las interpretaciones precedentes, convertidas en históricas: José María Rodero, especialmente, Luis Merlo y recientemente Javier Collado. Todo un banquete teatral que puso al público en pie (público que no cubrió totalmente el aforo del teatro) tras dos horas de esfuerzo interpretativo. Miren por dónde este Calígula nos ha cogido en la «semana trágica» alicantina, al menos para un servidor que todavía no ha asimilado el cambio de color del gobierno municipal por obra y gracia de una política con ausencia total de ética. Sin entrar a valorar las razones que llevaron a la señora Nerea Belmonte (tránsfuga de la formación de izquierdas Guanyar pero procedente de Podemos) a votar en blanco, concediendo así la alcaldía a D. Luis Barcala, del Partido Popular, en detrimento de la señora Eva Montesinos, alcaldesa en funciones del Partido Socialista, no puedo sino calificar este suceso como lamentable y vergonzoso para la izquierda, y sobre todo para ella misma por su ausencia de ética, que debería ser la bandera definitoria de cualquier político, de derechas o de izquierdas, progresista o conservador; de todas partes de España surgen voces de protesta por la actuación de la tránsfuga; y hasta el loco, el iluminado, el tirano Calígula que daba tan poco valor a los seres humanos porque los consideraba imbéciles, tenía su particular concepto de la ética. Se me dirá que el PSOE se ha ganado a pulso la pérdida de la alcaldía, y no pondré objeción alguna; se me dirá que el Partido Popular sacará a la ciudad de la parálisis crónica que sufría, y no solo no pondré ninguna objeción sino que me alegraré infinitamente porque Alicante saldrá beneficiada, y de eso se trata; pero no puedo justificar en absoluto la actuación de Nerea Belmonte. En el Partido Socialista local tampoco parecen darle demasiado valor al ser humano: a la señora Montesinos, como agradecimiento por el mal trago que pasó, la «premian» relevándola de la portavocía del grupo municipal socialista. ¿Qué está pasando en el PSPV local? ¿En qué manos arbitrarias se encuentra? Parece ser que Eva Montesinos salió llorando tras la reunión de la Ejecutiva Local en la que se la premió de tal guisa. Y no me vale lo de que la política es así: Montesinos es, además de una política, un ser humano que merece si no agradecimiento sí respeto, porque desde que asumió la alcaldía tras la dimisión forzosa (o forzada) de Gabriel Echávarri, no ahorró esfuerzos para que su partido siguiera a la cabeza del Ayuntamiento. Y le pido que haga suya aquella canción de la inolvidable Mercedes Sosa: «Tantas veces me mataron, tantas veces me morí y sin embargo estoy aquí, resucitando; gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal... que seguí cantando». Nada de llantos y sí mucho coraje para seguir batallando, eso es lo que le deseo.

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