Hay días que uno se siente como si una docena de medusas te picaran en los testículos. Como si andaras descalzo por el parque y pisaras una mierda que no es de perro. Te sientes como diría Serrat en aquella canción: Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también.

Soy miembro de la Asociación de Escritores de Alicante. Estamos creciendo en número de socios, en proyectos y en la divulgación de la cultura (nunca es suficiente).

Precisamente para divulgar la lectura y hacernos visibles queríamos tener una caseta en la Feria del Libro de Alicante que se celebra, como todo el mundo no tiene por qué saber, del 26 de abril al 6 de mayo.

Algunos meses antes la asociación presentó un escrito solicitando una caseta. Caseta que no era gratuita, como tampoco lo es para las dos entidades que manejan los entresijos de la feria, que son, como todo el mundo no tiene por que saber, Gremio de Libreros Independientes y Asociación Provincial de Libreros. Creo que hay una tercera parte que también organiza el evento, pero parece que los que deciden la adjudicación de las casetas son los que son.

Nosotros, como asociación, debemos tener al menos las mismas oportunidades para exponer y vender nuestros libros, que además son libros escritos por cada uno de nosotros. Somos ciudadanos que pagamos nuestros impuestos, como lo hacen (supongo) cada una de las personas que componen esas dos entidades mencionadas algunas líneas atrás.Por tanto, para concluir y volviendo al presente, la tercera parte, que es el ayuntamiento de la ciudad, declinó nuestra propuesta sin dar demasiadas explicaciones. Bueno, para ser exacto, sin dar explicación alguna.

La vida puede que sea a veces como un cambalache. La Asociación de Escritores de Alicante tiene libros y tiene leuros (que dirían por ahí) para pagar una caseta, tal y como hacen esas dos fuerzas que acotan la libertad de los demás y, además, con el gesto de conformidad de los que se supone nos representan a todos.