Ángel Franco ha vuelto a hacer una de las suyas. El señor del PSOE alicantino vive más cómodo en el caos. Él no quiere alguien que pueda ganar unas elecciones porque los ganadores de elecciones acaban teniendo poder y él quiere todo el poder para sí mismo. Franco controla la asamblea alicantina del PSOE y pone y quita candidatos o portavoces municipales con la red que ha tejido a lo largo de dos décadas de favores basados, principalmente, en puestos de trabajo. Y todo ello con el PSPV mirando hacia otro lado. Franco es un jubilado muy activo en política. Es más que un secretario general porque él dice quién es el secretario general en el PSOE de Alicante y es mucho más que un portavoz en el Ayuntamiento porque los quita a su conveniencia y siempre cuenta con concejales que siguen sus directrices con el incentivo del sueldo. Ha demostrado en estos años que le gusta más que su partido esté en la oposición que en el gobierno local porque así sus tejemanejes pasan más desapercibidos. Por eso le encanta generar escándalos que bajen las expectativas de voto hasta un punto que a él le resulte beneficioso. El penúltimo, la decisión de la ejecutiva que él maneja para apear a su candidata de hace seis días, Eva Montesinos, de la portavocía en el Ayuntamiento de Alicante. El último, que la ejecutiva proponga que su mujer sea asesora del grupo municipal del PSOE y siga cobrando sueldo público. Un caso claro de nepotismo por el que no se ruboriza siquiera. Ahora, a Ximo Puig le interesa ponerle coto porque se juega su propio cargo. Los votos de la provincia de Alicante le permitieron acceder a la Presidencia del Consell y, dando por hecho que la Alcaldía de Alicante está perdida en 2019, Puig trata de que su imagen se vea lo menos comprometida posible. ¿Hasta dónde puede llegar? Hasta donde le permita la información inconfesable que pueda tener Ángel Franco, si es que tiene alguna.
