Recientemente en este diario se informó que la Conselleria que dirige la señora Mónica Oltra había dejado sin ayudas a la asociación de alzheimer de Alicante, mientras las respectivas asociaciones de Castellón y València sí que las habían recibido. Espero que al leer este titular usted no piense, ni siquiera por un momento, en la discriminación que sufre Alicante en tema económico por parte del Consell, ni tampoco que la flamante vicepresidenta tenía más habilidad a la hora de vestir camisetas con mensajes ingeniosos que gestionar un presupuesto, posiblemente escaso. No, el culpable de todo este desaguisado es «el algoritmo», algo que como informático me ha dejado mucho más tranquilo, ya que tradicionalmente somos los informáticos los culpables de todos aquellos errores que nadie puede explicar sin molestar a nadie. Es cierto que una ciencia en la que una de las mejores soluciones para recuperarse ante los errores sean los de apagar y volver a encender, es fácil presa de las risas del resto. Pero, también es cierto que esa informática está presente en todas las cosas de nuestra vida, y por ello es la más señalada, esta semana mismo ante un fallo en mi coche, el mecánico me dijo que la solución había sido «resetear» (reiniciar) el programa del coche.

Pero volviendo a la explicación de la señora Oltra, me llamó la atención que apareciera ese concepto nuevo del algoritmo como algo impersonal, algo que puede costar de explicar lo suficiente para que muchos desistan en la tarea de entenderlo. Leyendo la noticia puede dar a entender que un algoritmo es algo desarrollado por una máquina que en este caso ha marginado a una asociación alicantina, que por cierto hace un fenomenal trabajo. Pero parece que, de momento, la inteligencia artificial o esos algoritmos confeccionados por máquinas son todavía algo del futuro, posiblemente cercano, pero futuro a fin de cuentas. Hay mucha gente que teme que la inteligencia artificial pueda ser el monstruo del futuro. Desde los tiempos de 2001 una odisea en el espacio, hemos visto en el cine a potentes ordenadores capaces de aprender y de tomar decisiones más allá de lo que los humanos les habían programado o más bien lo que ellos pensaban que les habían programado. Pero quizá la Inteligencia Artificial más famosa es la de Skynet, que en las sucesivas películas de Terminator, ha sido capaz de incluso organizar viajes al pasado con tal de exterminar a la raza humana.

La ciencia ficción empieza a formar parte de nuestro presente con el incremento exponencial de potencia de los ordenadores actuales y el advenimiento de las redes neuronales o de los cada vez más conocidos sistemas de «Deep Learning». Los sistemas son capaces de aprender, y cada vez mejor, a partir de una información original. No estamos hablando de sistemas robóticos que son capaces de realizar tareas mecánicas y repetitivas con una mayor eficacia y menor coste que un humano, sino de sistemas que pueden evolucionar en su conocimiento y que en cada iteración son capaces de tomar decisiones con menor porcentaje de error. ¿Llegará un momento en el que las máquinas decidan por nosotros? Sí, y de hecho en muchos casos ya lo hacen o por lo menos dan la información necesaria y suficiente para que el humano sólo tenga que pulsar el botón correspondiente. Es cuestión de tiempo que asumamos decisiones cada vez más transcendentales tomadas por algoritmos, además siempre será más fácil culparles a ellos de cualquier error, salvo que sean tan agresivos como el ordenador HAL de 2001 que se encargaban de eliminar a todos los que dudasen de ellos.

En cualquier caso no creo que ni HAL ni Skynet sean los que a día de hoy tomen las decisiones en la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, sino más bien sean unos técnicos que determinen una serie de aspectos a puntuar y un grado de valoración de cada uno de ellos. El algoritmo no debe ser más que un programa o a veces una hoja de cálculo que se dedica a aplicar esos elementos de puntuación a todas las candidatas. El porqué se dejó sin ayudas a la asociación alicantina es llamativo y la falta de explicaciones todavía más, pero en fin, ya sabe usted que los algoritmos los carga el diablo y hay gente a la que le gusta poco la autocrítica.