Nosotros no somos políticos y posiblemente no conozcamos las leyes, órdenes o normativas como ellos (aunque las leemos, las estudiamos y nos esforzamos por entenderlas, porque trabajar en un puesto público lo conlleva).

No somos periodistas y no sabemos decir las cosas tan bien, o transmitir la información adecuada o sintetizada. A veces nos cuesta expresarnos, se nos agolpan las ideas, nos ponemos nerviosos...

Somos trabajadores de la enseñanza, y conocemos la etapa educativa de cero a tres años porque nos hemos preparado para ello, estamos en formación continua, y porque venimos trabajando en ella mucho tiempo. Entendemos que veinte niños y niñas en las aulas de dos años es un auténtico descalabro educativo. Cuando nos proponemos un proyecto educativo lo primero que pensamos es en el niño o niña... Según sus características evolutivas, ¿qué necesita? ¿Este objetivo o contenido será capaz de asumirlo? ¿Le queda demasiado grande o pequeño? Nos cuestionamos muchos aspectos antes de implementarlo o llevarlo a la práctica. De esta manera estamos haciendo un acompañamiento respetuoso, nunca le proponemos algo para lo que no están preparados o no son capaces de hacer. Y, si alguna vez lo hacemos, en la evaluación, descartamos, retrocedemos y no los volvemos a poner ante la misma actividad.

Sabemos, porque trabajamos en esta etapa, que la masificación no es una medida acertada para esta edad, porque se pierde la atención individualizada, la conexión del educador o educadora con las emociones de los niños y niñas ( llantos, rabietas, aislamientos, risas, besos, abrazos, miradas...). Por no hablar de la reestructuración de espacios donde habría que limitar los rincones de juego para poner colchonetas, mesas, sillas, para dar cabida a los momentos de alimentación y sueño. Y ese juego es una de las actividades fundamentales en estas edades tempranas. Además, al ser niños y niñas tan pequeños, con necesidades de seguridad y afecto, son muy vulnerables, y con las ratios elevadas esa vulnerabilidad podría quedar desatendida. Las leyes las entendemos como parte importante para la organización y funcionamiento de cualquier ámbito, pero tenemos delante escolares con multitud de personalidades diferentes que están formándose y a veces incluso con necesidades educativas especiales y con sus respectivas familias a las que queremos ofrecer un proceso saludable.

A los señores y señoras políticos y políticas del área educativa: cuando se sentaron a disponer entre muchas otras cosas la ratio de las aulas, y voy a hablar de la que conozco y me afecta, que es de 20 niños y niñas de dos años por aula, 13 de un año, 8 en el aula de los bebés, pero lo traslado a 25 de tres años, unos cuantos más en Primaria, otros tantos en Secundaria... ¿Sabían lo que estaban haciendo? ¿Conocían cada etapa educativa? Los niños y niñas no son números, plazas que hay que colocar en las aulas, son personas a las que hay que respetar y tratar con dignidad. Una medida social como es la gratuidad para los escolares de dos años no debe acompañar, según nuestra opinión, el principio de universalidad de la educación, si va en detrimento de la calidad educativa. Creemos que sería volver a épocas anteriores, donde la educación se basaba en escolarizar sin atender dignamente a la infancia.

En las escuelas infantiles municipales de Elche, a lo largo de los años, hemos ido caminando, dando pasos y avances educativos, acompañados de grandes profesionales de la Educación (algunos de ellos ya no están con nosotros), que nos han enseñando a mirar al niño o niña con respeto y con atenta escucha. Y esa escucha es la que pedimos el colectivo de trabajadoras y trabajadores de las escuelas infantiles municipales de Elche. Pedimos una ratio de 14 en aulas de dos años, de diez en las de un año, y de cinco en el caso de bebés.