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Opinión

Todos los caminos...

En el balompié nacido a mediados del XIX, que se debatía entre el patadón y tentetieso inglés y el raseado con toque de los équipier escoceses surgido en los patios estudiantiles, la «escuela sevillana» se alineó en el patio. Brand y Spencer fueron dos de los componentes de la línea del miedo junto a Kinké, León y Escobar. Los periódicos se derretían cuando aquellos entusiastas de los 20 cruzaban Despeñaperros y desplegaban filigranas. En el 35, el Sevilla se embuchó su primer Campeonato de España, bajo la denominación de Copa del Presidente de la República... y olé.

Uno de los virtuosos que anima estos confines cuando le da por teclear, lo tienen ahí al lado. Este profe, historiador y hombre orquesta del renacentismo contemporáneo, al que Concha y Laura no consintieron que los efluvios del poder minaran su imaginación, por el garbo con que mueve el plumaje podía haber sido un fiel de ese estandarte andaluz por antonomasia que saltará al Metropolitano pero es culé hasta las trancas el muy bandolero y su acreditada fe sociata volverá a ponerse a prueba esta noche cuando, inundado de esteladas, el Fondo Sur lance la colosal pitada y proclame exorcismos con esos colores suyos mimetizados en una república que, para a un especialista en Moderna como él, debe ser jodidillo de jalar y mucho más tras los recientes fogonazos procedentes de los abdominales de Cristiano el día del penalti de autos y de lo urdido por las huestes de Monchi a orillas del Tíber.

Con éste en semis de Champions pero vestido de romano y con una vanguardia más inoperante que tu Pedro Sánchez, Emilio, salvo que preventivamente el juez Llarena no deje suelto a ninguno de los mossos que pueden liarla, todos los caminos conducen a que Messi se tome la injusticia por su mano y nos devuelva a la esencia. O sea, a darnos al escocés.

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