Desde el día 1 de este mes, la Conselleria de Sanidad ha hecho efectiva la recuperación, para el sector público, de la asistencia sanitaria en el Área de La Ribera, en Alzira (València).

Fue Eduardo Zaplana quien, en 1999, implantó este modelo de concesión de un servicio público como la Sanidad, para que lo ejecutaran empresas privadas. Su modelo creó escuela, especialmente en València y Madrid, máxime en una época en la que el PP gobernaba en casi toda España con mayorías aplastantes.

La Sanidad Pública pasaba a ser objeto de negocio por empresas privadas. La Administración hacía dejación de sus obligaciones y se las cedía en concesión. Las razones que se invocaban eran, fundamentalmente, que las prestaciones serían mejores y que le resultaría más barato a la Generalitat.

Hoy puede decirse que ni una cosa ni la otra. El modelo privatizador ha sido un fracaso: sólo las grandes empresas privadas del sector han salido ganando. Ni los usuarios del sistema ni, mucho menos, la Generalitat, se han visto beneficiados por el modelo. Hacer negocio con la sanidad pública es un mal negocio para los usuarios.

Es, por tanto, buena noticia que el Consell haya rescatado la concesión de Alzira. Y también que haya anunciado su voluntad de hacerlo con la de Dénia. Aún quedarían tres concesiones vigentes en nuestra Comunidad: Manises, Torrevieja y Elx-Crevillent. En nuestro caso, la concesión termina, en principio, en 2025 aunque, según el contrato, podría ser prorrogada otros cinco años, cosa que es de esperar no se produzca.

Que la Conselleria de Sanidad haya cumplido la promesa electoral de la reversión es muy positivo, a pesar de las resistencias habidas. Y que empezara a exigir el cumplimiento íntegro de las condiciones contractuales de las concesiones, también. La propia consellera declaró, el 3 de noviembre de 2016, en Corts Valencianes, que las cinco concesiones privatizadas adeudaban a la Generalitat más de 260 millones de euros por liquidaciones pendientes y, según dijo, «la gestión del PP con las concesiones sanitarias se podía calificar tranquilamente de negligente y de falta de control y fiscalización». Así da gusto trabajar.

De las diferencias en medios disponibles, en un tipo de sanidad u otra, ya detallé algunas el pasado 6 de febrero en estas páginas. Sin duda que la más llamativa, y que, de alguna manera, condiciona el resto, es que en los dos departamentos en los que está dividida nuestra área funcional, y con una población similar, los medios humanos puestos a disposición en una u otra son muy dispares: en el centro de gestión Elx-Hospital General había 2.339 personas gestionadas por Conselleria, más otras 109 que lo hacían en la concesión administrativa que supone Elche-Crevillente, o del Vinalopó que, a su vez, disponía de una propia de 1.077 personas, lo que sumaría un total de 1.186 personas. Todo ello en base a la Memoria de Gestión de la Conselleria correspondiente a 2016, última publicada. Y hay un dato muy llamativo: para atender a casi la misma población SIP, en una hay la mitad de personal que en la otra.

Los ratios por paciente, casi siempre, son mucho más altos y se nota. Algunos ya se citaron en el anterior artículo, pero se podrían añadir otros tales como las camas disponibles: en el Hospital General, 410 y en el Vinalopó, 230. Para atender a casi la misma población, poco más de la mitad de camas. En las estancias, lógicamente, las diferencias son tremendas: 97.182 en el primer caso, por 64.290 en el segundo (un 50% menos). La estancia media es de 5,95 días en uno y de 4,82 en el otro. La media de la Comunidad está en 5,64 días. En el Vinalopó son mucho más rápidos. Y, en cuanto al índice de ocupación, en el General está en el 67,56% y en el Vinalopó, en 87,17%. La media en la Comunidad está en el 74,61%, o sea, el Hospital General está por debajo y el Vinalopó por arriba. Por cierto, las cinco áreas con los índices más altos coinciden con las cinco áreas de gestión privada. Y la de la Ribera, ahora recuperada, tenía una media de ocupación del 94,67%. Casi como el camarote de los hermanos Marx. Son datos de la Memoria de Gestión de la Conselleria de 2016 y explican, seguro, algunas claves de lo que supone mezclar el negocio con la salud ciudadana.

Lo usuarios y los trabajadores de este modelo de sanidad privatizada han sido los principales perjudicados por el mismo. Las quejas ciudadanas y movilizaciones sindicales han sido frecuentes. Recuperar para lo público lo que nunca debió salir de él es positivo. La reversión debe continuar y, en su momento, recuperar Elx será una buena noticia.

Mientras tanto, la Conselleria debe invertir más en nuestro municipio. Existen demasiados temas pendientes. Bien está que se reformen y mejoren determinadas áreas del Hospital General. Pero éstas también deben llegar a otros centros, como San Fermín, por ejemplo, o dotar mejor a nuestras pedanías que, en muchos casos, tienen más población que muchas ciudades valencianas, o resolver cuestiones pendientes, desde hace años, como el nuevo centro de salud de Altabix, que debería estar ya funcionando ante el incremento de población de la zona, por no hablar del rejuvenecimiento necesario de las plantillas.