En dos partidos lo ha demostrado, sobre el terreno de juego, donde lo hacen los líderes de los equipos, lo que él ha sido durante estos últimos años. En un Hércules mediocre él ha brillado con luz propia. Con sus goles, con su juego, con su ánimo, con sus ganas cada vez que saltaba al campo, ya fuera como titular, ya fuera desde el banquillo. Lleva nueve goles en lo que va de temporada, más del doble de los que le siguen, de aquéllos de los que se esperaba algo similar por su posición en el dibujo del equipo.

Pero es que además en las últimas temporadas su rendimiento ha sido similar. Fue el máximo goleador en la pasada, con 7 tantos, el segundo con otros 7 en la 15-16, y de nuevo entre los mejores en la 14-15, con aquellos dos goles al Cádiz en el Rico Pérez que de poco sirvieron ante el atraco en el Carranza de Sánchez Laso de infausto recuerdo. Por tanto, hemos de convenir que el veterano jiennense que hoy cumple 36 años quiere seguir en el Hércules.

Si nos atenemos a las declaraciones de Portillo, «la plantilla y el entrenador se juegan su futuro en estas cinco finales», Chechu se ha ganado la continuidad, y con toda seguridad en los próximos encuentros, se reafirmará en ello. El resto de compañeros lo tendrá que demostrar. Porque el equipo, de lograr el milagro de jugar la promoción, o de seguir en Segunda División B, necesita un lavado de cara total. Lo sabe Portillo, lo sabe Quique Hernández, y lo saben los 5.000 fieles, algunos menos tras la infame temporada, y castigados aficionados que suelen acudir al Rico Pérez. Solo falta que lo sepa el que dispone de la caja para fichajes. No le queda más remedio a Portillo que dar la vara a su suegro para que como máximo accionista dé la cara e impulse una renovación que permita devolver la ilusión a la afición, construyendo un equipo solvente y de garantías que nos saque de este pozo sin fondo de la Segunda B.

Hay quiénes, tras las dos victorias ante Mestalla y Saguntino, se han venido arriba y ya ven posibilidades ciertas de que el Hércules pueda conquistar esa cuarta plaza que le meta en la fase de promoción. Para ello se deberían de dar una serie de acontecimientos, en los que la casualidad y la causalidad fueran de la mano, como que los blanquiazules sumaran cuatro victorias más, llegando a los 60 puntos, y esperar a que el Cornellá sume seis puntos menos que los alicantinos, en un final de temporada que ha deparado al equipo barcelonés enfrentamientos con equipos que luchan por no descender, y por supuesto atendiendo también a los nervios que supone ver cómo se te acerca un rival de entidad y tener al alcance de la mano la soñada promoción.

De nuevo el fútbol le vuelve a tender la mano al Hércules, de nuevo le brinda otra nueva oportunidad de luchar, de no rendirse hasta el último suspiro, hasta la última exhalación. De nuevo esta maldita Segunda B le proporciona al Hércules un rayo de esperanza. Lo que hasta el momento no pasa de un «a buenas horas mangas verdes», podría concretarse en un «Los jueves milagro» del surrealismo berlanguista.

Sin merecerlo, tras una estrepitosa temporada, plagada de fracasos y mediocridad, se encuentra el Hércules con posibilidades, remotas eso sí, pero no menos ciertas, de intentar colarse entre los aspirantes a subir a Segunda División, pues una vez en el campo de batalla, todo puede suceder, y con jugadores como Chechu Flores todo es posible en Alicante.