Para el PSOE disimular su fracaso político es muy fácil: utilizar el discurso de que viene el lobo feroz disfrazado de PP y sobre todo echar la culpa de todo sus males a Ciudadanos por negarnos a votar una nueva investidura de un candidato socialista. Seamos claros: los realmente «culpables» de que el PP pudiera acceder a la Alcaldía, son en primer lugar los socialistas, con Gabriel Echávarri a la cabeza, y sus exsocios de gobierno y cómplices, Guanyar y Compromís.

Hagamos memoria. En mayo de 2015 todos los partidos políticos nos presentamos como una alternativa para cambiar el oscuro pasado de 20 años de mandatos del PP, pero la ciudadanía nos puso en el lugar que creía más conveniente, nos otorgaron 6 concejales y nuestro sitio fue y es la oposición. El PSOE, Guanyar y Compromís, decidieron unirse en un matrimonio que al poco se vio como muy mal avenido, en un tripartito que ya en diciembre de 2015 estuvo a punto de romperse. En la elección del nuevo alcalde votamos entonces a favor del candidato del PSOE, dándole nuestro aval, sin pedir nada a cambio, para que pudiera actuar con tranquilidad y no verse preso de las políticas sectarias de sus compañeros de viaje. Ojo: Cs jamás votó a los tres alcaldes que surgieron de facto de aquel pleno de investidura, tres alcaldes agarrando la vara de mando, con tres manos. Pero, ¿qué hizo el PSOE? Echar por tierra nuestro apoyo, olvidar que venían a regenerar la política y, sobre todo, como intenta hacer ahora, utilizarnos para resolver sus desaguisados.

En los presupuestos de 2017, cuando Echávarri intentaba negociar con Cs los presupuestos, también lo hacía a nuestras espaldas con la concejala tránsfuga Nerea Belmonte; y, como no nos sometimos a su dictamen, nos insultó de malas maneras en los medios. Mientras contaban con una mayoría holgada, el PSOE junto con sus compañeros Guanyar y Compromís, bloquearon la llegada de IKEA a la ciudad (dos mil puestos de trabajo directos e indirectos), propusieron pagar más por la limpieza al empresario contra el que tanto se quejaron en campaña, intentaron imponer a su antojo los nuevos nombres para cambiar las calles franquistas, creando una crispación social del todo gratuita y frívola, enquistaron aún más el problema de los graneles en el Puerto, generaron graves incertidumbres con la Volvo... Y un asunto de extrema gravedad: olvidaron por completo la redacción de un nuevo PGOU con la incertidumbre que ello genera en la captación de inversores (de empleo) para Alicante. En su defecto, querían aprobar un catálogo que limitaba el crecimiento para usos empresariales y terciarios bajo los parámetros ideológicos y sectarios de Guanyar, todo en simbiosis con el PSOE. Y en el camino, fraccionaron, presuntamente de forma ilícita, 189.000 euros en contratos de Comercio, por eso está a la espera de juicio el señor Echávarri; y Compromís, Natxo Bellido, lo tildaba de mero error administrativo; así, tan ricamente y sin despeinarse. Mientras, también Echávarri despedía a una funcionaria interina a modo de un ajuste de cuentas.

Pero es que por encima de todo esto sale en los últimos días que el PSOE fue dopado a diversas elecciones entre 2007 y 2011, y, para más inri, el antiguo secreterio local de Organización del PSOE de Alicante sale hablando de fajos de billetes y presiones de las grandes constructoras, y tanto el PSOE -principal afectado por esta acusación- ni las rebate ni las denuncia, y Guanyar, el más aguerrido luchador a favor de la legalidad, guarda un calculado silencio. Tenemos una «Gürtel» valenciana en el PSPV-PSOE y otra «Gürtel» valenciana en el partido del señor Bellido (el Bloc, socio de referencia de Compromís), y aquí no pasa nada. Prietas las filas.

Hay más. ¿Cómo vamos a votar que sí a un PSOE que no ha sabido en casi tres años hacer algo bueno para la ciudad, más allá de algún que otro plan fantasmagórico como el de la pasarela en la Dársena del Puerto?... Un PSOE que no es capaz de decir o aclarar si va a ir acompañado en el gobierno por Compromís y Guanyar. ¿Así, tan sólo por su cara bonita debemos decir que sí?

El hecho que le digamos no al PSOE, no quiere decir que le digamos que sí al PP, por eso ni se nos ha pasado por la cabeza firmar su moción de censura. Para Cs, al PP le quedan aún muchos, muchísimos, pecados por expiar y no seremos nosotros quienes le demos el perdón divino.

Hay quien opina que nadamos en la equidistancia. No. Absolutamente no. Nadamos en una distancia radical de la vieja política, la de los unos y la de los otros, la de Guatemala y la de la Guatepeor. Nadamos para seguir trabajando sin mochilas del pasado, obviando todo tipo de presiones, algunas espurias.