¿Por qué votan los votantes lo que votan?, ¿cómo influyen hoy los medios o las redes sociales en el comportamiento electoral de los ciudadanos? Son preguntas que en la Universidad muchos intentamos descifrar y que forman parte de algunas de nuestras investigaciones universitarias. El triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos, el Brexit del Reino Unido con la Unión Europea, el auge de los populismos de extrema derecha de corte xenófobo en Europa, un buen ejemplo lo tenemos con la reciente reelección de Viktor Orbán en Hungría, nos demuestran que los comportamientos electorales han cambiado y que la acción política también. Una vez en el poder y con el objeto de perpetuarse en el mismo durante el máximo tiempo posible, estos populismos deben consolidar sus bases electorales trabajando en dos líneas fundamentales: tejiendo redes clientelares sólidas y amplias, y controlando y manipulando a la opinión pública.

El caso de Cifuentes y su NO máster en la URJC de Madrid es un clarísimo ejemplo de clientelismo, de esa política burda de amiguetes que consiste en la degeneración del servicio público hasta límites insospechados, hasta creerse que ese Espacio Público, casi sagrado, del que hablara Habermas, es un cortijo para quien ejerce la acción de desgobierno. Este es un caso de manual, como otros muchos recientes, donde el clientelismo se suele sujetar en el consiguiente tráfico de influencias para el cual se puede llegar incluso al cohecho, la prevaricación y la falsificación de documentos públicos.

¿Por qué votan los votantes lo que votan y por qué mantienen el voto a sabiendas que un determinado partido está plagado de corruptos y mentirosos?, pues básicamente porque esas redes clientelares que se tejieron durante años, hoy son el salvavidas de esa élite tan zafia, ausente de moral y ética.

Parece pues que a día de hoy y a la espera de una regeneración moral y ética de la clase política que podría tardar años, sólo la acción de una justicia y una prensa independiente pueden frenar tanto desmán. El problema es que a veces esa justicia y esa prensa no es lo independiente que debería ser. Este país necesita un reseteo para mejorar la calidad de una democracia bastante dañada, no sólo por la corrupción, sino también por la involución sufrida en materia de libertades fundamentales.

De regreso al NO máster de Cifuentes, me alegra el papel jugado por algunos medios de comunicación, ejerciendo el papel de watch dog frente a un poder político acostumbrado a sentirse impune, aguantando bien la presión.

También me alegra la reacción de buena parte de los estudiantes y del profesorado de la propia URJC denunciando y renegando de este tipo de comportamientos y abusos de poder. Bien al contrario, me apena que el clientelismo en esa relación poder-universidad, por culpa de unos pocos, empañe la imagen de la Universidad Rey Juan Carlos y de la Universidad pública en general que con sus defectos y virtudes es cosa bien diferente a lo que parece proyectarse tras destaparse el caso aludido.

No es justo generalizar, máxime cuando las universidades públicas españolas, con presupuestos muy, muy ajustados, están haciendo verdaderos milagros en productividad investigadora, internacionalización y/o calidad de su docencia. También me apena que en todo este asunto algunas informaciones periodísticas estén provocando inmerecidos daños colaterales. En este sentido, sería bueno hacer autocrítica (periodística). Pero insisto lo que hay que resetear son las relaciones de poder, gobiernos-universidades, y que éstas sean profesionales, transparentes, cultas y respetuosas, alejándose del caciquismo y de la zafiedad reseñada.

En definitiva, bienvenida sea la investigación periodística del NO máster de Cifuentes si sirve para aumentar la vigilancia, para cambiar comportamientos y para ir prescindiendo, tanto en la política, como en la propia universidad, de aquellos que no entienden la esencia de lo Público.Y vuelvo a Habermas para concluir, recordando que el sociólogo alemán hacía mucho hincapié en la importancia de cuidar esa esfera pública que permite comprender cómo los individuos procesan su experiencia social y política en la sociedad, a partir de la comunicación pública.

Pues bien, hoy más que nunca urge cuidar y fortalecer dicha esfera pública, y eso será sinónimo de cuidar y fortalecer nuestra democracia. Feliz 14 de abril para todos aquellos que seguimos creyendo en la República como la mejor forma de Estado democrático.