No puedo dejar pasar un concierto que se celebró hace unos días dentro del XIII Fórum Internacional de Música de Orihuela. Me sorprendió el título: «Concierto de Jóvenes Promesas» y no puedo dejarlo pasar, porque, a decir verdad, sí era cierto que eran jóvenes pero solo porque sus edades iban desde los 10, 11 y 13 años. Se notaba, claro que se notaba, pero solo en sus figuras, pero no en su porte, arte y profesionalidad, si es que se puede decir esta palabra ante los sonidos de su concierto. Seguro estoy que después de conocer las historias de los interpretes más jóvenes de la historia de la música estos tres niños dieron una lección a la propia historia de los fenómenos humanos en su interpretación de los grandes compositores, exhibiendo sus músicas, con una soltura impoluta, elegante y como si los instrumentos fueran una extensión de su personalidad artística, tanto Alejandro García, con el dificilísimo instrumento de la trompa, como los hermanos Cristina y Carlos Aracil, que dieron la impresión que hacían suspirar al piano con el aire que los compositores de sus partituras exhalaban en la ilusión juvenil de la ilusión de una adolescencia que da ejemplo de vida a esa juventud positiva que hay en nuestra sociedad.

Mi felicitación sincera, a los intérpretes, a sus profesores, al Conservatorio que lleva el nombre del que fue mi amigo el ilustra oriolano, Pedro Terol, y cómo no, a los padres de estos jóvenes, que han sabido trabajar, sufrir y gozar con la dedicación que requiere el arte que con tanto gozo practican sus hijos, puede que para ellos sean pequeños, pero para los que tuvimos la suerte de escucharlos, son pequeños gigantes. Enhorabuena a todos.