Llegadas las nuevas fiestas patronales de Sant Vicent del Raspeig en este año 2.018, y declarado el Año Jubilar Vicentino en el Templo de Sant Vicent Ferrer, es conveniente recordar el origen de las fiestas, de lo que hoy es el municipio, su contexto socioeconómico y la fundación de la actual sede parroquial. Separando claramente lo que es tradición y hechos históricos contrastados científicamente.

En primer lugar, hay que decir que Sant Vicent Ferrer nunca predicó en el actual templo parroquial ya que, obviamente, no existía en su época, tampoco hay constancia documental de ermita alguna en su actual emplazamiento en ese periodo; el actual municipio era, a principios del siglo XV, un «ras», un páramo despoblado, expuesto a razzias militares; en algunos casos desde el Reino moro de Granada.

Lo que si podemos afirmar, casi con total seguridad, es que Sant Vicent Ferrer pasó y estuvo en el actual centro urbano. Un tossal o elevación sobre el llano siguiendo el camino que desde Xixona conducía hacia Elche y la Vega Baja, atravesando el Pla de El Raspeig, sin pasar por la ciudad de Alacant-Alicante. En ese lugar se construye una ermita en 1.560. Posiblemente como recuerdo del paso de Sant Vicent Ferrer y, quizás, sobre algún resto o construcción. Y sobre esto, decir que catas arqueológicas realizadas en la plaza circundante a la iglesia no han hallado resto alguno. En todo caso estarían debajo de su estructura y siendo probable que la puerta principal de la ermita estuviese orientada al Este, (actual «porta falsa») al antiguo Carrer La Venta.

En el siglo XVIII, la partida alicantina de El Raspeig, que comprendía el actual término sanvicentero, más las partidas de Alcoraia, Verdegas, Canyada y Moralet, incluso Rebolledo, experimentará un proceso de desarrollo económico agrario. Ese desarrollo produce una gran expansión de la zona, se incrementa la población y consiguientemente la construcción de una gran número de viviendas. Nace el caserío, origen del actual centro urbano. Caserío que recibirá el nombre de la Parroquia de Sant Vicent Ferrer, y que luego también dará al nombre al municipio autónomo.

La ermita pasa a ser Ayuda de Parroquia, y después se construye un templo neclásico, con una anexa casa del Cura. Se funda la Parroquia de San Vicente Ferrer de El Raspeig, todo ello como consecuencia de ese desarrollo económico en el área. La antigua fiesta sanvicentera combina la celebración religiosa a Sant Vicent Ferrer, con los actos lúdicos, la concentración vecinal, social, de los dispersos habitantes de la Partida y el hecho económico del Porrate o Feria comarcal anual. La procesión excede del ámbito religioso y se convierte en la principal seña de identidad de la Partida, escaparate sociológico y expresión de afirmación ciudadana. El despacho parroquial es sede no sólo religiosa, sino también social, cultural y política. Allí se redacta el manifiesto de segregación.

El templo parroquial define la ordenación urbana desde el primer urbanismo sanvicentero. Sirve como referencia, hito y delimitación de calles, vías y caminos. El templo origen y edificio primigenio del actual municipio, que había resistido el paso de ejércitos españoles y extranjeros (franceses, ingleses, portugueses, ?), haber sido cárcel de disidentes, haber contemplado el paso de una milicia radical, republicano-federal, sin sufrir daño alguno, sufre una brutal atentado en el comienzo de la guerra civil. Quemas, destrozos, destrucciones, «desaparición de objetos» y pérdida del archivo parroquial. Nunca recuperará su "antiguo esplendor". Con independencia del hecho religioso, es el más grave atentado al patrimonio cultural del municipio en su historia.

Hoy, más de 400 años después de aquella ermita, la «antigua fiesta de Sant Vicent Ferrer de El Raspeig» continua siendo la más importante o principal seña de identidad del municipio sanvicentero, en 2.018, Año Jubilar Vicentino.