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Crítica Teatro

Pasado y presente

La interpretación contribuye a la creencia de los espectadores, y eso logra que la actuación sea completa

Coriolano después de William Shakespeare

Teatro Principal de Alicante

Compañía: Criadero de Morsas.

Antes de comenzar, el director de la obra, Jorge Muñoz, dio lectura a uno de los cinco mensajes escritos este año para conmemorar el Día Mundial del Teatro que se celebra el 27 de marzo. En síntesis, el espectador mira y obtiene, y las meditaciones se convierten en debates públicos. «Vivimos en un orden mundial tiránico», dice el autor del manifiesto por parte de Europa, Simon McBurney, hombre de teatro inglés que subraya la exclusión y la indiferencia como monedas habituales. La interpretación contribuye a la creencia de los espectadores, y eso logra que la actuación sea completa. Un interesante apunte para penetrar en esta libre y recortada versión de Emilio del Valle y Jorge Muñoz. Coriolano después de William Shakespeare la interpreta Criadero de Morsas, primera compañía residente del Principal de Alicante. Un estreno, ante el concurrido patio de butacas, donde la antigua Roma se mezcla con el presente político y personajes de hoy. Los daños de la crisis, mayor desigualdad, precariedad y falta de horizontes favorables, con entrevistas, espontáneas o no, hechas en vídeo, lo que nos sitúa desde el comienzo. Chechu Moltó, en sintonía con su reaccionario papel, pisa firme. El viejo amigo Menenio es Morgan Blasco, cuya soltura siempre se agradece. Joaquín Mollà, Bruto, escenifica a la fuerza emergente que encabeza a los plebeyos con vigor. Mila García, como Volumnia, la madre, está sólida y tiene brillantez. Nutrió el afán de su hijo Marcio-Coriolano, aunque controla su propio temperamento. La contemporaneidad de Shakespeare no deja de latir, y se refuerza con el texto y el montaje dirigido por Muñoz, que da origen a una nueva pieza prácticamente, pero siguiendo las líneas básicas de la tragedia histórica sobre la ambición de poder, que se apoya en Vidas, de Plutarco, y en Historia de Roma, de Livio. El antidemocrático talante de este caudillo militar le pasa factura. La risible arrogancia, las incompetencias políticas y las maniobras sucias se enfrentan a la honradez, un obstáculo que sobra. Los ágiles intercambios verbales, algunos monólogos y la corrección generalizada dan aliento a una minimalista propuesta que requiere más hervor.

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