Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

Viva el vino o historia de una riqueza perdida 

Hace ya varias décadas que los viñedos desaparecieron prácticamente del municipio alicantino. Sin embargo, durante siglos fueron cultivados en la huerta de Alicante y proporcionaron una gran riqueza a nuestra ciudad.No se ha encontrado ningún lagar en los yacimientos arqueológicos de la cuna alicantina (Tossal de les Basses y Tossal de Manises). Pero sí un poco más al norte, en El Campello, pedanía que fue de la capital hasta 1901: En la Illeta dels Banyets hay vestigios de dos lagares ibéricos.

Se cree que fueron los fenicios quienes trajeron a estas tierras las primeras vides, de la variedad «vitis venífera», la más común en la cuenca mediterránea. Con la llegada de los romanos y el uso más frecuente de la Vía Augusta (antes, Vía Hercúlea), las viñas fueron extendiéndose por el valle del Vinalopó.

Durante la época islámica, varios edictos trataron de erradicar el consumo del vino, que no obstante siguió siendo una parte esencial de la dieta de los musulmanes, especialmente de los que vivían en las alquerías que había en la huerta, entonces pequeña por las limitaciones del riego. Elaboraban vino para su autoconsumo, bebiéndolo en la intimidad de sus hogares y siempre joven, ya que no podía comercializarse y, por tanto, carecía de sentido almacenarlo.

Comercialización y exportación

Tras la conquista cristiana, la población alicantina fue agrupándose paulatinamente en el interior de la villa, pero sin abandonar los caseríos de la huerta, donde se amplió el cultivo de la vid con la especie monastrell. Empezó a elaborarse una mayor cantidad de vino que, junto con el pan, era el ingrediente básico de la dieta cristiana.La primera noticia histórica del vino en Alicante es un edicto firmado por Alfonso X de Castilla el 12 de enero de 1257, dando franqueza del diezmo del vino a favor de los peones alicantinos.

Perteneciendo ya a la Corona de Aragón, la villa de Alacant vio agravada la escasez de su población, sobre todo en la huerta, debido a la guerra de los dos Pedros y a la desaparición de los mudéjares. Pero poco a poco fue repoblándose con cristianos provenientes del norte, que siguieron cultivando las viñas y tomando medidas para potenciar el comercio del vino. Una de las medidas adoptadas fue trasladar la feria anual de diciembre a octubre, un mes más acorde con la producción vitivinícola, puesto que la vendimia se realizaba en septiembre. Otra fue la construcción de la lonja, en 1370.

Así, pues, bien entrado el siglo XV, el crecimiento sostenido de los viñedos en la huerta permitió empezar a exportar el vino alicantino, especialmente el tinto, a través del puerto, a Inglaterra, Francia, Escocia, Génova, Venecia, Flandes (en 1482, el único vino español importado era el de Alicante) y otros países del norte de Europa.El primer registro de la exportación de vino alicantino es de 1468. En este año se llevaron a cabo 53 embarques con un volumen total de 34.280 litros, casi 3.000 cántaros. Dos décadas después ya eran 36.000 los cántaros exportados (415.800 litros).

El comercio del vino tinto generaba excelentes rentas al final del Medievo a los propietarios de los viñedos, miembros casi todos de la nobleza alicantina. Al tinto se unían otros productos uveros, como el vino moscatel, el vinagre y la pasa. Para su transporte se utilizaban contenedores de madera y cerámica de distintas formas y dimensiones (tinajas, toneles, ánforas), capaces de contener hasta 400 litros.

Además de exportarlo, el vino alicantino se comercializaba internamente, siendo los taberneros, mesoneros y bodegueros sus principales compradores.

ProteccionismoPara proteger los intereses de los productores alicantinos, Fernando el Católico firmó un privilegio el 18 de enero de 1510, por el que prohibía que entrasen en Alicante vinos de otras poblaciones mientras no se consumiera el de cosecha propia, creando la «Junta de Inhibición del vino forastero de Alicante», que sirvió también para regular el origen y calidad del vino alicantino. Fue la primera denominación de origen vitivinícola.

En 1519, la viña alicantina ocupaba casi diez mil tahúllas (1.100 hectáreas) y producía 150.000 cántaros (1.732.500 litros).

Durante la segunda mitad del siglo XVI creció la exportación, realizándose envíos periódicos y por vía marítima a ciudades de la Liga Hanseática, como Estocolmo y Hamburgo.

El viñedo alicantino se extendió aún más gracias a una iniciativa del Consejo Municipal y la Junta de Inhibición: la construcción en 1594 del pantano de Tibi, que procuró una mayor capacidad de irrigación en la huerta.

Gracias a ello, aumentó aún más la fama y la exportación del vino de Alicante a lo largo del siglo XVII. Tan valorado era en la mayoría de las cortes europeas, que Isabel I de Inglaterra promovió en 1600 la promulgación de un edicto que ordenaba no se pusiese a la venta ninguna partida de vino alicantino, hasta que no lo probase ella. Y es que los puertos ingleses llegaron a ser a mediados de este siglo los principales receptores de nuestro vino, con más del 80% del total exportado.

Especial reconocimiento internacional alcanzó el vino fondillón, para cuya producción se colocaban las uvas monastrell en estructuras de mimbre al aire libre, durante quince días, para reducir su humedad, antes de prensarlas. Llegó a tener incluso fama de vino capaz de sanar enfermedades. Según el barón de Saint-Simon, Luis XIV de Francia se curó de una gangrena gracias a un elixir cuyo principal ingrediente era un vino fondillón añejo.De manera que el vino de Alicante se convirtió en una codiciada fuente de riqueza. De ahí que la Junta de Inhibición ejerciera un severo control sobre las cargas de vino que eran introducidas en la ciudad y su puerto. Solo podían entrar estas cargas por una puerta, donde eran registradas por comisarios de dicha junta, apuntando las cantidades y los nombres de los cosecheros. Los libros eran conocidos como «Manifiestos del Vino», y eran una contabilidad detallada y oficial que servía, además, para asegurarse de que solo entraba vino procedente del campo alicantino.

En la segunda mitad del siglo XVIII se incrementó todavía más la exportación de vino a través del puerto, controlada en un 70% por comerciantes extranjeros, los cuales lograron que Carlos III permitiera desembarcar libremente otros vinos, a condición de que no se consumiesen en la ciudad.

ApogeoEl Ministerio de Fomento disolvió por decreto la Junta de Inhibición el 25 de febrero de 1834. Al vino alicantino ya no le hacía falta el proteccionismo oficial para seguir creciendo como negocio rentable. Más aún cuando, aprovechando la línea férrea, el viñedo se expandió rápidamente por el valle del Vinalopó, durante la segunda mitad del siglo XIX.

La aparición de la filoxera en los viñedos de Francia a partir de 1868, redujo en siete años la producción de vino en ese país a la mitad. En consecuencia, se produjo una importante demanda francesa de vino alicantino y varias familias de comerciantes galos se afincaron en la ciudad. A finales de siglo, la familia Maisonnave exportaba fondillón a un precio (800 francos/hectólitro) que cuadruplicaba el del vino de Xerez.

En 1880, había 4.208 productores de vino en 66 pueblos de la provincia. Tanta expansión implicó la plantación de otras variedades de vides.

Declive y crisisPero la recuperación de la producción vinícola en Francia supuso en 1892 el fin del tratado de libre comercio con este país, y se produjo una importante caída de la exportación del vino alicantino.

Fue el inicio de una crisis comercial que se agravó mucho más cuando la filoxera atacó los viñedos alicantinos, a partir de 1904. Fueron destruidas casi cien mil hectáreas de viñedo, el precio del vino cayó a menos de la mitad y desapareció el fondillón.

La replantación de la variedad monastrell fue costosa y excesivamente larga. Comenzó en 1917, pero durante casi dos décadas las nuevas plantas no sobrevivían a la filoxera porque los pies de vid americanos no se adaptaban bien a su asociación con la vara europea. Al principio de la década de 1930, no llegaban a 70 las hectáreas que habían logrado una recuperación definitiva.

En 1932 se creó la Denominación de Origen Alicante (DOA), que impulsó las cooperativas y la producción de vinos de baja calidad.

Durante los años de posguerra aumentó la producción de vino y se recuperó el fondillón en las comarcas del Vinalopó. No así en la huerta alicantina, donde se optó por otros cultivos más rentables, para entregar más tarde la mayoría del terreno a la construcción inmobiliaria.

Con motivo de la exposición titulada «El vino de Alicante», que se llevó a cabo en la biblioteca del MARQ en 2014, fue publicado un libro con idéntico título en el que se recoge la historia del vino en la provincia.

www.gerardomunoz.com

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats