Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Semana y Media

Andrés Castaño

Piensa mal y acertarás

LUNES

LA GRAN MURALLA

Ayer observé que las camisetas del Olympique de Marsella llevaban serigrafiados los nombres de los jugadores en caracteres chinos y admito que algunos mejoraban con la traducción (cualquier pictograma es preferible a Zambo Anguissa). Los mil millones de enigmáticos e ininteligibles hablantes de mandarín son el reverso de Amadeo García García, el único hablante de taushiro, una lengua del norte de Perú. Amadeo estuvo a punto de morir ya que apenas se expresa en castellano y ningún médico lograba entenderle cuando irrumpió en una enfermería selvática. Parece evidente que la lengua sirve para vender camisetas y conservar la vida; también sirve para crear una identidad, esto es, para distinguirnos del «otro». Mientras Zambo Anguissa correteaba con sus garabatos chinos sobre el césped, miles de mallorquines se manifestaban contra la pintoresca política lingüística del gobierno autonómico. Me pregunto si existe una palabra para «inmersión» en mandarín o taushiro. Los ayatolás nacionalistas alegan que favorece la cohesión a diferencia del sistema de «doble línea», que divide a la sociedad, pero esto es ridículamente falso salvo si «cohesión» significa imposición y «división social» pánico a la diversidad.

MARTES

CAMBIO DE IDENTIDAD

Tal vez recuerden a Anna Gabriel, la diputada antisistema del parlamento catalán que ejerció de portavoz de la CUP durante el tumultuoso «procés». La fantasía del independentismo convencional es una república burguesa; la de Anna Gabriel, una revolución nacional que destruya el sistema capitalista. Con dudosa coherencia, ayer huyó a Suiza para escapar del Tribunal Supremo y de su peluquero. La Anna Gabriel de antaño se encaramaba a la barricada con rictus malcarado y el peinado de una Dama de Elche centrifugada; la prófuga Anna Gabriel luce ahora una melena sabiamente descuidada que enmarca un rostro no agraciado pero con cierto atractivo. Ignoro si los motivos de esta metamorfosis son la melancolía del sueño roto o la sospecha de que los suizos carecen de nuestro sentido del humor y prefieren alojar a apátridas discretos como Urdangarin, también residente en Suiza y alejado incluso de la prensa rosácea por prudencia penitenciaria. Gabriel, una secundaria al fin y al cabo, es la penúltima víctima de su propia revolución mientras que Artur Mas sigue atusándose el flequillo en la peluquería de siempre.

MIÉRCOLES

GUERRA DE SALÓN

UNICEF ha publicado un comunicado en blanco porque se ha quedado «sin palabras» tras los ataques del ejército sirio en la región de Guta que han causado la muerte de doscientos civiles, entre ellos sesenta niños. No existen obstáculos logísticos ni incertidumbre militar que desaconsejen una intervención en Siria. Y si el pretexto para invadir Irak fue la evangelización democrática del país, Siria cumple con mayor énfasis ese requisito: los rebeldes prooccidentales se enfrentan a una dictadura hereditaria de un lado y de otro al fundamentalismo islámico. Sin embargo, la matanza prosigue porque en el «tablero del ajedrez mundial» ambos jugadores, Estados Unidos y Rusia, prefieren no mover pieza en un cálculo siniestro pero complaciente interrumpido ocasionalmente por un coche suicida o una pareja de encapuchados con kalashnikovs que invaden el bulevar. Cada proyectil de 155 milímetros, la munición estándar para estas masacres, cuesta 2.000 euros. Damasco bien vale una ganga. Sugiero a UNICEF que su próximo comunicado copie el texto de una pancarta que exhibieron hace años algunos aficionados del Inter de Milán hastiados de sus jugadores: «Ya no sé cómo insultaros».

jueves

EL ABUELO YE-YÉ

Mi ingenuidad no alcanza a creer que miles de jubilados se movilizan espontáneamente exigiendo el ajuste de sus pensiones al IPC. Es tan notorio que el Gobierno no tiene inclinación a hacerlo para no incrementar el déficit como que debe negociar los presupuestos con chantajistas parlamentarios y organizaciones permanentemente insatisfechas con la esperanza de que la criatura agrade a la opinión pública sin merma de la austeridad exigida por la UE. Naturalmente, es imposible silbar mientras se sorbe la sopa, pero las quejas de los pensionistas tienen implicaciones más amenazantes ya que la red que impide el descalabro del PP es precisamente el voto de la tercera edad. Si éste se suma a la deserción de jóvenes, parados y víctimas de la presión fiscal, las encuestas que le colocan como tercera opción comienzan a resultar verosímiles. Siempre tortuoso, el Gobierno ha reaccionado insinuando la financiación irregular de Ciudadanos y despachando con retranca las críticas de la izquierda: «Ustedes dedíquense a protestar y déjenme gobernar a mí», fue la réplica de Rajoy en el Congreso. En lenguaje mariano, esos son muchas partidas de dominó electoral en el Hogar del Pensionista.

VIERNES

ADN

Un holandés ha necesitado 383 páginas para explicar todo lo que funciona mal en España. Sobran 382: lo que funciona mal en España somos los españoles. Un país en el que el tonto del pueblo es quien llega puntual al trabajo o donde se conceden cien años de perdón al que roba a un ladrón, duplicando así el número de ladrones, es un país de sociópatas funcionales que simulan redimirse con un multiusos «piensa mal y acertarás»: los políticos mienten, los banqueros acaparan, los funcionarios holgazanean, los curas engordan, el tendero truca la báscula y el vecino no paga la derrama del ascensor aunque protesta por su lentitud. El español modélico maldice a Hacienda mientras cobra en negro, presume de ateísmo aunque venera a la virgen de su pueblo, considera las propinas un impuesto revolucionario y protesta por las listas de espera un instante después de saltarse la cola del supermercado. En el frontispicio de esta caricatura a brochazos, el forense holandés resalta la corrupción como un rasgo colectivo que nos convierte en la «bomba de relojería» de la UE. Bueno, habiéndola fabricado nosotros, probablemente no explotará.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats