La capacidad del ser humano de crear cosas positivas para el progreso de las civilizaciones es la misma que para hacer el mal. Así las cosas, mientras hay personas que ponen todo su empeño en inventar y crear para el progreso global y colectivo, otros se aprovechan, incluso, de esas ideas para darles la vuelta y convertir esa idea en algo para buscar un sentido inverso, como es hacer el mal y causar daño a la sociedad y a sus componentes.

Esto es lo que ha ocurrido con esa poderosa y estupenda herramienta de comunicación que es internet, sin la que hoy en día no podríamos casi vivir. ¿Se imagina usted que tuviera que atender todas las llamadas del día en su casa cuando vuelve por la tarde-noche de realizar sus tareas y se viera una lista con las llamadas que alguien le ha cogido y que tiene que devolver?. Hoy en día la rapidez en la comunicación nos permite el teléfono móvil y el correo electrónico y nos facilita contestar y atender con inmediatez todas las comunicaciones, evitando la acumulación de mensajes o llamadas sin contestar. Cierto y verdad que se podrá decir que antes se vivía solo con un teléfono de color negro con un clave ondulado que estaba conectado a la pared y por esa vía nos comunicábamos, lo que es verdad. Y éramos felices sin estar tan dependientes de la «comunicación» con los demás. Pero hoy en día somos más eficaces al poder realizar decenas de comunicaciones al instante y atender cuestiones personales y profesionales con más eficacia. Lo de que seamos más felices es harina de otro costal, porque en aquellos años 70 con el teléfono negro también lo éramos y no teníamos internet.

Pero esa poderosa herramienta de comunicación que nos permite con un móvil o un IPAD disponer de esta herramienta tan poderosa para transmitir ideas, trabajos o cuestiones personales también nos genera tremendos problemas en razón a aquellos que utilizan esta tecnología para causar daño. De ahí han surgido los delitos tecnológicos, que son muchísimos más peligrosos y difíciles de descubrir que muchos otros; y ello, derivado por ejemplo, del anonimato que produce internet, tales como los delitos relacionados con la libertad sexual relativos a las conexiones con menores por internet para contactos, o las estafas informáticas. También destacan los delitos de odio utilizando las redes sociales para atacar a personas por su condición sexual, ideología, religión o creencias, que es algo que no tiene fin ni sentido, dada la perversidad humana que se demuestra por quien critica a otros por estas y otras razones amparándose en un anonimato que, al final, no es tal, ya que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado también han perfeccionado sus herramientas para localizar a los autores de estos delitos y ponerlos a disposición de la justicia, al igual que el legislador ha ido incluyendo nuevas figuras delictivas en el Código Penal para evitar la impunidad de hechos, que no se pueden consentir en una sociedad en la que queremos que reine la paz, la tranquilidad y el respeto, y no el odio y los enfrentamientos que algunos parecen promocionar como estilo de vida.

Otro tema en esta materia que preocupa, y mucho, es el de la necesidad de potenciar la denominada ciberseguridad, dada la existencia de los ciberdelitos, ciberataques, cibercontrol, o ciberespionaje. Por ello, existe un gran celo por las empresas y por la banca, sobre todo, en evitar los accesos de delincuentes informáticos que encuentran en el delito por internet como una forma muy rentable de conseguir apropiarse del dinero de los demás. De ahí que se lancen campañas a los ciudadanos para que extremen sus propias medidas de seguridad a la hora de atender envíos de correos electrónicos y dar sus datos para que luego puedan operar con ellos. La excesiva confianza en la red es uno de los mayores peligros de internet, de lo que se aprovechan los desaprensivos para delinquir. Para evitarlo España acaba de aprobar el plan de la nueva estrategia de seguridad nacional hace dos meses para incidir en hechos como la alerta del robo de datos e información, los ataques ransomware (Un ransomware es un tipo de virus que impide o limita el acceso del usuario a su propio sistema informático. Este tipo de virus cifran y bloquean los archivos de sus víctimas a las que se solicita un rescate -habitualmente en bitcoins, la moneda virtual- a cambio de recuperarlos, es uno de los tipos de malware más peligrosos en la actualidad. Un bitcoin en estos momento corresponde a unos 1.600 euros), y el hackeo de dispositivos móviles y ciberataques contra empresas. Sea como fuere, lo cierto y verdad es que estamos mejor con las nuevas tecnologías de la información, pero el delincuente informático nos obliga a extremar las medidas en seguridad y a plasmar tipos penales que eviten la impunidad.