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Joaquín Rábago

La militarización del Sahel

El Sahel, esa zona de transición entre las arenas del Sáhara y la algo menos árida al sur de ese extensísimo desierto, está sometido a un proceso acelerado y preocupante de militarización.

Intervienen en él sobre todo fuerzas francesas y , estadounidenses, que persiguen estrategias de control territorial e intereses claramente neocoloniales, pero se han sumado también últimamente en misiones de apoyo otras de países europeos.

Las intervenciones occidentales en Libia, primero (2011) y más tarde en Mali (2013), provocaron la inestabilidad en toda la región, aprovechada por grupos terroristas y traficantes de seres humanos.

Algunos países que forman parte del Sahel como Níger son además muy ricos en materias primas - desde el petróleo y el gas natural hasta el uranio y los diamantes- que suscitan la codicia de todos.

No es de extrañar que también China, la India o Suráfrica hayan aparecido como nuevos actores en esa inmensa región, que llega hasta Sudán y Eritrea.

En la capital de Níger, Niamey, y en la provincia de Agadez, que encierra los principales yacimientos de uranio, Estados Unidos ha desplegado a varios miles de soldados integrados en el comando Africom.

Con el principal argumento de la lucha antiterrorista, el mando África del Departamento de Defensa de EEUU refuerza actualmente su presencia en Níger con la construcción de una base aérea en Agadez.

Mientras tanto drones armados del tipo MQ-9 Reaper de esa superpotencia, dotados de una autonomía de 1.500 kilómetros, siguen despegando de la base de Niamey, capital del país, en persecución de yihadistas.

Tampoco Alemania ha querido quedarse atrás y su Bundestag (Parlemento) votó el envío al Sahel de su más importante misión extranjera desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en apoyo, eso sí, de la misión de estabilización de la ONU presente en Mali y de la "Force G5 Sahel".

Esta última, promovida por Francia, se describe oficialmente como un marco institucional de cooperación regional para política de desarrollo y seguridad. Forman parte del grupo cinco Estados del Sahel: Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger.

Las potencias occidentales que la apoyan hablan de "soluciones africanas para problemas africanos", pero lo cierto es que quienes la financian - Francia, EEUU, Italia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y la Unión Africana- no la han dotado todavía con el dinero inicialmente proyectado: un mínimo de 450 millones de dólares.

Italia, que fue durante la etapa fascista potencia colonial en África (Libia, la actual Etiopía, Eritrea y parte de Somalia), ha decidido también enviar al Sahel, y concretamente al Níger, una misión militar destinada en principio a cerrar las rutas que utilizan los traficantes de personas.

Hay que tener en cuenta además los fuertes intereses italianos en África gracias a los contratos firmados por su Ente Nazionale Idrocarburi (ENI), que lleva a cabo actividades de prospección y explotación en quince países de ese continente.

Sin embargo, algunos observadores, entre ellos el periodista y escritor Alberto Negri, critican el hecho de que si en teoría los italianos van a África a cerrar el paso a quienes, escapando del hambre y de las guerras, tratan de llegar a Europa, en la práctica estarán "defendiendo los intereses" de Francia (1).

"Con un sistema militar derivado de su intervención en Mali contra Al Qaeda (2013), París ha organizado la vuelta con fuerza de la Françafrique" (la nueva relación de tipo neocolonial con sus antiguas colonias africanas), denuncia Negri.

Francia tiene actualmente destacados a siete mil militares en África, con presencia en Yibuti, Senegal, Gabón, Costa de Marfil, pero sobre todo en Mali, Níger, Chad y la República Centroafricana, países en los que las fuerzas francesas tiene un papel determinante.

Para Francia, explica Negri, toda esa región tiene una importancia estratégica fundamental por sus intereses ligados a la existencia de materias primas: así, un tercio de la producción de petróleo de Total corresponde a África mientras que la empresa Areva extrae sólo del Níger el 30 por ciento del uranio que utilizan las centrales nucleares francesas.

A todo lo cual hay que sumar el interés comercial de Francia como uno de los principales exportadores de armas del mundo: los países del Sahel figuran entre sus más fieles clientes aunque más importantes aún son las monarquías del Golfo.

(1) Artículo publicado por el semanario "L´Espresso"

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