Lídia, Inés:

Decía Audre Lorde, escritora y activista feminista afroamericana del siglo XX: «No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas».

Justo esta frase me motiva para escribiros la carta que espero que os llegue, y que también lea Antonio.

Por este mismo periódico me enteré que en la tarde del 21 de julio, cuando descansabais de un festival de música que se celebraba en IFA, el propietario de un establecimiento cercano os agredió, os echó de aquel bar por ser una pareja de lesbianas que no consintió atender sus órdenes de negaros a vosotras mismas. Algunos, lamentablemente en todos los rincones del mundo, siguen pensando que el amor es un delito cuando lo es entre personas del mismo sexo.

Pero las creencias por suerte no siempre son ley. Por eso, Antonio, tú eres quién cometió el delito. No es un delito menor, se trata de un delito de odio, un delito basado en la discriminación, un ataque a los derechos y libertades que nos pertenecen a todas y todos. Y la Fiscalía, acertadamente, ha actuado contra ti.

No fue un camino fácil y sigue sin serlo. Todavía en 77 países las relaciones entre personas del mismo sexo son delito y en 13 la reincidencia está castigada con la pena capital. En España las agresiones homófobas constituyen el principal delito de odio, y, por si fuera poco, se calcula que un 70% de los ataques no se denuncian. El Observatorio Valenciano contra la LGTBfobia registró, sólo en la provincia de Alicante, 79 casos de agresiones a lo largo de 2017.

Por eso, sigue siendo necesaria la lucha y la visibilidad. No fue hasta 2012 cuando el Tribunal Constitucional se pronunció a favor del matrimonio igualitario. Antes, el Partido Popular lo había rechazado en el Congreso, vetado en el Senado y recurrido ante el Poder Judicial. Pero hace todavía menos cuando Albert Rivera y Ciudadanos insistían en que «llamar matrimonio a una unión homosexual genera tensiones innecesarias y evitables para la sociedad».

Puede que algunos, de la misma pasta que Antonio o Albert, piense que deberíais haber evitado ser lesbianas en ese bar, «evitar generar tensiones innecesarias». Pero sabemos que esa pasta está hecha de intolerancia, odio y discriminación.

Lídia, Inés, estoy convencida de que no sólo os agredió por ser dos mujeres amándose, por ser dos lesbianas sentadas en su bar y no dos chicas aparentemente «disponibles», os agredió también por ser dos mujeres que no «atendieron» sus órdenes. Es homofobia y es machismo.

Antonio: Su amor no daña, tu odio sí. Y es delito.

Por eso, sigue resultando imprescindible luchar contra cualquier agresión homófoba, pero también frente a cualquier pero, duda o cuestionamiento sobre la igualdad.

No es casualidad que en el mismo lugar, IFA, donde disfrutabais en julio de conciertos, alberguemos este 24 de febrero la primera edición del LGTBI Life Festival. Se trata de una extensa jornada que acogerá sesiones de cine, música en directo, exposiciones y debates del colectivo LGTBI.

Elx es una ciudad acogedora, respetuosa y plural. Su Corporación municipal así lo entendemos y, por eso, realizamos acciones encaminadas a la visualización del colectivo LGTBI y la reivindicación de un municipio que quiere ser un lugar orgulloso, diverso y defensor de los derechos de todas y todos. Estoy indignada por la agresión que sufristeis y me siento responsable de pediros disculpas públicas como representante de este municipio. Lo siento, lo sentimos. Y seguiremos activamente trabajando para que no vuelva a pasar.

No cejaremos en ese empeño, todo lo contrario: es hora de que, gracias al esfuerzo común, Antonio y las personas que piensan como él entiendan que en Elx y en nuestras vidas lo único que molesta y sobra es la discriminación y el abuso.

Audre Lorde también era una reconocida lesbiana que lideraba manifestaciones el siglo pasado a favor de la igualdad y decía: «Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá».

Gracias Lídia.

Gracias Inés.

Por romper ese intento de silenciaros.

Ahora a nosotros y nosotras nos toca hablar