Como contó Santiago Gambín, nuestro historiador del deporte ilicitano, fue en 1954 cuando nació el Club Montañero Ilicitano de la mano de Manuel Jaén Guilló, un nombre esencial en nuestra historia del deporte. Aquella primera asociación dedicada al deporte de la montaña, el excursionismo, la espeleología, el alpinismo y el camping, estaba también abierta a mujeres, siempre y cuando hubieran realizado el Servicio Social, tal y como imponía la Sección Femenina. Además de escalar las montañas de la provincia, aquellos pioneros ofrecieron conferencias como «El deporte y la moral» o recitales poéticos. En aquellos primeros años destacó incluso un niño de ocho años, Paquito Rebollo García, capaz de coronar cimas como las del Puig Campana o el Maigmó.

En 1958 nació un segundo club, el Centro Excursionista de Elche, resultado de la incorporación de nuevos aficionados a la montaña, con un centenar de socios y con presidentes como Faustino Sánchez Almela o Antonio Picher Benedicto. En 1959, dos montañeros, Horacio Martínez y Marcos Ferrández coronarán el pico Veleta en Sierra Nevada, el primer hito en el montañismo ilicitano. En 1962, ambas entidades se unirán para crear la Unión Excursionista Ilicitana con Faustino Sánchez Almela y Antonio Picher Benedicto como presidente y vicepresidente. Con actividades varias como conferencias, un museo geológico y de arqueología, ajedrez con el maestro Alfredo Mira Gran y, desde luego, salidas a la montaña todos los fines de semana.

En 1967, un grupo de jóvenes montañeros abandonó la UEI por discrepancias con su equipo directivo, relacionadas con los gastos de las dos secciones del club ?montaña y espeleología-, lo que daría paso, en febrero de 1968, al nacimiento del GIM, Grupo Ilicitano de Montañismo, presidido por José Almela Almela y una directiva formada por Antonio García Sigüenza, Juan Busquier Galbis, Manuel Cremades Juan, los hermanos Jaime y Andreu Morell Marco, José Ferrández, J osé Luis Castillejos ?hermano del pintor Andreu Castillejos-, Antonio Berenguer Galiana, José Valero Sempere, Francisco Rodríguez Morata, José Mora Lafuente, Luis Miguel Aranda López, José Antonio García Soler y otros que se irían incorporando. En ese mismo año fundacional el GIM participó en la Olimpiada Sindical del 1 de mayo en el Santiago Bernabéu y en una primera expedición al Naranco de Bulnes. En 1969, Juan Busquier, Alberto Stepanisbili Aguilar ?hijo de una niña enviada a la Unión Soviética durante la guerra civil-, Andreu Castillejos y Andreu Morell coronaron el Aneto y el Monte Perdido.

En los años siguientes, se añadirían el Pico Acuña, el Puig Campana, el Mulhacén, éste último a 30 grados bajo cero. María del Pilar Agulló Selva será la primera montañera ilicitana capaz de coronar el Peñón de Ifach, junto a José Luis Castillejos. El Mont Blanc en 1972 y una tercera vía del Puig Campana que miembros del GIM bautizarán como Miguel Hernández en homenaje al poeta. La renovación de la directiva en 1975 con la continuidad del presidente José Almela incorporará a dos mujeres en la directiva, María Asunción Zaragoza e Inmaculada Selva. Entrarán en esos años en el GIM montañeros de la valía de Quito Soler, Paco Durá «Perleta» o José Valero.

En 1981, el GIM tuvo un segundo presidente, Alberto Stepanishvili, de origen ruso. Los fantásticos años ochenta para el GIM significaron metas como el Atlas marroquí y los primeros cuatro mil metros como el Toubkal o el Magoum. El Aconcagua ascendido por la primera mujer valenciana, Rosalía Alarcón Mateo, que moriría en junio de 1982 ascendiendo el Peñón de Ifach. Los Andes, superando cumbres de seis mil metros, el Pico Comunismo con 7.495 metros. Bolivia, el Manaslú en 1988, el primer ocho mil con una expedición formada por Juan Agulló, Quito Soler, Manuel Penalva y Montserrat Vázquez y un presupuesto de siete millones de pesetas. Una historia repleta de esfuerzos que llega hasta nuestros días, protagonizada por varias generaciones de hombres y mujeres amantes de la montaña y un tiempo de esplendor en las dos últimas décadas del siglo XX. Enhorabuena al GIM y que continúe durante muchos años una trayectoria tan importante para el deporte ilicitano. Cincuenta años de puro deporte, sin necesidad de avales o chanchullos interminables.