«Si por la Candelaria plora, el invierno ya está fora; si no plora, ni dentro ni fora». Si nos atenemos al refranero utilizado por aquí hay que dar por seguro que el invierno ya está fuera. Ahora que ya llovió sólo se trata de esperar al buen tiempo, ver crecer y secarse la hierba verde junto a las cunetas.

También podíamos entretenernos en contar los días que faltan para la reapertura del Teatro Municipal. Ahora que no hay solución y después de haber perdido bastante tiempo -las obras no eran para tanto- se plantea un acuerdo entre todos los grupos, con el compromiso de que en cuanto se abra sin licencia (aunque ya con las medidas de seguridad garantizadas) no vaya nadie, léase el Partido Popular, al juzgado a denunciar que está abierto sin licencia. Porque licencia no va a conseguir a corto plazo.

No creo yo que el PP entre en el asunto, mientras que es el grupo de gobierno el que le ha acusado machaconamente de esta situación de cierre. Cuando eso ocurra (lo de que esté abierto) no nos lo vamos a creer.

Hay torrevejenses -la melancolía es mala- que echan de menos el «Nuevo Sinema» y su «programa doble». Con razón. Echan menos que era un edificio protegido en el Plan General de Ordenación Urbana. En caso contrario lo hubieran bombardeado para derribarlo y hacer el cubo este que tenemos ahora. Arquitectura de vanguardia en la Plaza de Miguel Hernández, con una maqueta que se expuso en el MOMA de Nueva York -menos mal, estamos salvados-.

El problema del teatro es común en las obras municipales en ayuntamientos como el de Torrevieja, cuando se nadaba en la abundancia. Controles, los imprescindible. A veces ni uno.

Si el presupuesto había que multiplicarlo por diez, se multiplicaban por quince y ni aún así te salían las cuentas. Y si se le piden responsabilidades al funcionario que lo supervisó pues nada. Ha pasado mucho tiempo. Cuando algún espabilado se entere que en Teatro existen tres millones de euros en «obras ocultas» puede que arramble hasta con los cimientos y lo de las obras del teatro verán su fin.

Lo que no parece tener remedio es el balneario de lodos. Ignoro si Toyo Ito -el creador y redactor del proyecto- lo habrá cobrado, como anduvo reclamado mucho tiempo después su introductor en Torrevieja: Antonio Marquerie, quien ahora reclama 130.000 euros más IVA por el tema del Teatro. Y eso es algo que hemos conocido esta semana (no, el alcalde no lo dijo, ni hace un año ni hace meses, que es casi lo mismo que ocultarlo).

Tampoco era necesario amagar que se estaba exigiendo el dinero si el Ayuntamiento no tiene intención alguna de abonar por lograr el certificado de fin de obra de un recinto que se abrió a bombo y platillo hace 12 años, en 2006 por Francisco Camps, hijo adoptivo de Torrevieja y ya pluriimputado.