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Fernando Ramón

Opinión

Fernando Ramón

Ciberética

Si algo distingue al secretario de Estado para la Sociedad de la Información, José María Lassalle, es que no es un político al uso. Escuchar al responsable en el Gobierno de los asuntos digitales abogar por una ética que democratice la tecnología, denunciar la brecha de género que existe en las cuestiones tecnológicas, donde la mujer aún se ve más relegada que en otros ámbitos sociales o advertir de los populismos aupados con las redes sociales y, sobre todo, con la utilización de las «fake news» (las noticias falsas) y la posverdad, es decir, la manipulación de las emociones para distorsionar la realidad e influir en el sentir colectivo, no suelen ser frases habituales en quienes acuden a un foro público donde pueden vender «su libro». Si, en cambio, aprovecha la ocasión para difundir un mensaje social de calado señalando los peligros que entraña la era tecnológica, sin rehuir sus fortalezas, por donde transitan de forma exponencialmente acelerada los derroteros de una digitalización que nos puede conducir, como gráficamente reseñó, a una situación en la que una persona termine pidiendo limosna a unos robots, nos permitirá comprender mejor que es un profesor universitario recluido en la política, alejado de objetivos cortoplacistas. Quizás sea ese origen el que nos sirva para comprender mejor el porqué de esa contundencia con la que se manifestó para pedir no sólo a las mujeres, si no a toda la sociedad, un firme compromiso para romper con los comportamientos machistas que desgraciadamente existen en la senda digital. El resto del discurso es más facilmente reconocible, pero poner en uno de los centros de sus objetivos la erradicación de esa brecha de género es lo que le distingue de otros compañeros de viaje más proclives a apuestas más ventajosas para su futuro personal, pero no para el resto de la sociedad.

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