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Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

Qué es la patria

Tal y como contaba ayer aquí Pino Alberola, emigraron a esos países en los años del plomo de la crisis y los recortes y ahora, con contratos fijos y salarios dignos, no piensan volver

Christian Trujillo, Marta Azcárate, Isabel Espinosa, Verónica Antón y Diana Fernández son jóvenes alicantinos que ahora trabajan como azafato, fisioterapeuta, investigadores, o periodista en Rotterdam, París, Virginia, Estrasburgo o Estocolmo. Tal y como contaba ayer aquí Pino Alberola, emigraron a esos países en los años del plomo de la crisis y los recortes y ahora, con contratos fijos y salarios dignos, no piensan volver. No se fían. Y eso es un drama. Un drama para ellos, que han prosperado a cambio de haber abandonado su tierra, de tiempo perdido de estar sin amigos, como cantaba Silvio, de nostalgias eternas de familias y paisajes. Y un drama para nosotros, que nos hemos quedado sin lo que ellos podrían haber investigado, escrito, fabricado, ayudado o cotizado. No regresan porque somos un país de tasas de paro juvenil intolerables y trabajo precario que convierte el mileurismo en un paraíso. Y un país de exiliados: nos hemos marchado siempre, antes a Argentina, a México, a Argelia, ahora a la opulenta Europa. Quizás deberíamos reinventar el concepto de patria: uno puede poner en los balcones las banderas que le dé la gana, pero el concepto de patria tal y como lo imaginó Rousseau, el de verdad, el del contrato social por el que mujeres y hombres acuerdan libremente unir su destino en un lugar común para procurarse felicidad, se nos deshace por los costados cuando condenamos a la gente joven que se dejó la vida estudiando con los ahorros de sus padres a la miseria o al éxodo. A la infelicidad. Quizás eso pase porque, para parte de la cúpula política que hoy sigue gobernando esta patria, la felicidad era otra cosa: lo que les podía procurar Correa o el Bigotes por ejemplo; o el jabugo que un Camps ya expresidente le seguía cargando a las arcas públicas de la Generalitat mientras otros se tenían que hacer las maletas.

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